“Oh María sin Pecado Concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”
Ap 15, 1-4; Sal 97; Lc 21,12-19.
La virgen de la Inmaculada Concepción se le apareció a Catalina Labouré, novicia en la comunidad de las Hijas de la Caridad y le pidió que acuñara una medalla con las indicaciones que ella misma le iba a dar. Fue en la tercera aparición cuando Nuestra Señora se le mostró parada sobre un globo con sus brazos extendidos y con rayos de luz saliendo de sus dedos. En torno a esta visión había una inscripción: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.
María le pidió: “Haz acuñar una medalla según este modelo. Quienes la lleven puesta recibirán grandes gracias, especialmente si la llevan alrededor del cuello”.
María también le pidió a Catalina: “Ahora deben dársela a todo el mundo y a cada persona”.
El nombre de la medalla se popularizó como “Medalla Milagrosa”, y a través de ella se obtienen las gracias extraordinarias para aquellos que la llevan puesta y se acogen a la intercesión y el socorro de María.
Bajo su amparo y protección encomendamos a todos las ramas de la Familia Vicentina.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autores: Juan Francisco Cervantes y Sandra Pinedo, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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