“Este es el grupo que viene a tu presencia”
Ap 14, 1-3.4-5; Sal 23; Lc 21, 1-4.
Jesús vio una viuda, nos cuenta el Evangelio de hoy, que echó dos monedas y dijo: “Esta pobre viuda ha echado más, porque ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Hoy, acercándonos más al fin del año litúrgico, es necesario que volvamos a reflexionar sobre esa acción de la viuda que Jesús alaba, y que nos garantiza el gozo eterno en la vida futura: El amor a Dios sobre todas las cosas, incluso aún sobre las seguridades de nuestra propia vida.
Y es que cuando esto sucede, cuando el amor a Dios es el centro de nuestra vida, su providencia responde en consecuencia para que nunca nos falte lo necesario para vivir, y es esta confianza la que Dios quiere de nosotros. No olvidemos que Dios no se deja ganar en generosidad.
Pero hagamos otra breve reflexión sobre la actitud de desprendimiento de la viuda: Dio todo lo que tenía para vivir, por amor a Dios, porque era “pobre de corazón”, y, en consecuencia, se convierte en bienaventurada, capaz de poseer el reino de los cielos.
Ayer celebramos a Cristo Rey, y hoy el Evangelio nos presenta un camino concreto para reinar junto con Él.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autores: Juan Francisco Cervantes y Sandra Pinedo, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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