«Una reunión de Conferencia —dice la Regla— deberá incorporar Espiritualidad, Amistad, [y] Servicio» [Regla, Parte II, Estatuto 7]. Estos tres, por supuesto, son los Elementos Esenciales de la Sociedad, y lo que es más importante, se espera que no incluyamos o destaquemos sólo uno de ellos, sino los tres. ¿Por qué?
Los Elementos Esenciales se incluyen en la Regla desde hace sólo unos veinte años, pero los conocemos, con otras palabras, desde el principio. Los Elementos Esenciales -todos ellos- nos unen. El beato Federico dijo una vez que las «distancias que dividen a los amigos más queridos no separan a las inteligencias y las voluntades cristianas que se unen para amarse, para orar y para actuar» [Carta a la Asamblea General de la Sociedad de San Vicente de Paúl, de 17 de julio de 1837].
Cada elemento es importante por sí mismo, por supuesto, pero a diferencia de las virtudes teologales (cfr. 1 Cor 13,13), de las cuales la mayor es el amor (caridad), nuestros Elementos Esenciales son iguales e inseparables; cada uno informa, motiva y enriquece a los otros dos. Todos hemos experimentado el fortalecimiento de una amistad cuando compartimos una comida, trabajamos en un proyecto o quizás hacemos un viaje con alguien. Federico también lo constata, pero continúa explicando que «si actos puramente materiales tienen tanto poder, los actos morales lo tendrán muchísimo más, y si dos o varios se entienden para practicar juntos el bien, su unión será perfecta» [Carta a Léonce Curnier, de 8 de marzo de 1837]. El carácter especial de la amistad vicenciana es el vínculo formado por nuestras obras de caridad, nuestro servicio a Jesucristo. Insistiendo de nuevo en este vínculo entre servicio y amistad, explica que «el vínculo más fuerte, el principio de la amistad verdadera, es la caridad… y el alimento de la caridad son las buenas obras» [Carta a Léonce Curnier, de 4 de noeviembre de 1834].
Nuestro servicio, por supuesto, nunca ha sido el pan, ni la leña, ni la ayuda financiera. El reto al que esperaban responder nuestros fundadores era cómo traducir su fe en obras. No se trata de la leña, sino de la fe. «Debemos hacer», decía Federico, «lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo al predicar el Evangelio. Vayamos a los pobres». [Baunard, 65] Nuestro servicio, pues, es una expresión pura de nuestra espiritualidad, es nuestra manera especial de vivir nuestra fe, y de seguir el mayor mandamiento.
Por esta unidad entre los elementos esenciales, la amistad que compartimos entre nosotros la compartimos también con el prójimo, acogiéndolo en nuestra comunidad de fe e invitándolo, junto con nosotros, a la unión con Jesucristo.
Esse, la raíz latina de esencial, significa «ser». La esencia es la naturaleza misma de nuestro ser; lo esencial es lo que nos hace ser quienes somos. Lo nuestro es más que la amistad que comparte una comida o una bebida, más que la espiritualidad que une las manos para rezar en torno a la mesa, y más que el servicio que enriquece un currículum. Cada elemento es importante por sí mismo. Juntos, son la esencia de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Contemplar
¿La amistad construye mi espiritualidad, la espiritualidad motiva mi servicio, y el servicio enriquece mi amistad?
Por Timothy Williams
Director Senior de Formación y Desarrollo de Liderazgo
Sociedad de San Vicente de Paúl USA.
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