¿Cómo puede guiarnos hoy la sabiduría del pasado en el cuidado de la creación? Durante el Tiempo de la Creación, que concluyó el viernes, 4 de octubre, fuimos llamados a reflexionar sobre cómo interactuamos con el mundo tanto en tiempos de abundancia como de escasez. Recientemente, las Hermanas de la Caridad de Nazaret compartieron historias sobre cómo ellas y sus familias practicaron una vida sostenible y cómo esas lecciones siguen siendo relevantes hoy en día.
Carolyn Cromer, Directora de Sostenibilidad Ecológica, describió el diálogo de la tarde como una forma de «honrar esos momentos que todos hemos tenido en los que el dinero ha escaseado y hemos tenido que vivir de forma más frugal». Las Hermanas contaron cómo sus familias sortearon las dificultades económicas, especialmente durante la Gran Depresión. Aunque estas historias surgieron en tiempos difíciles, nos ofrecen valiosas lecciones sobre creatividad, ingenio y comunidad.
Sor Teresa Margaret recuerda cómo creció en una granja durante la Depresión. «No sufrimos demasiado —dijo, expresando gratitud por los recursos de su familia—. Debo decir que Dios era bueno. Teníamos vacas y cerdos, caballos y gallinas para nuestros huevos». Su familia fabricaba su propia mantequilla y compartía su abundancia con los demás. «Las chicas del barrio venían a coger manzanas de nuestros árboles —cuenta—. Nunca nos quejamos porque teníamos más que suficiente».
Cuando la cosecha familiar de fresas era abundante, cargaban cestas y las distribuían en el borde de la carretera. «Nunca cobrábamos. Estábamos felices de compartir —añade la hermana Teresa Margaret—. Daba gracias a Dios por todas las bendiciones. Estábamos muy, muy agradecidas».
Otras Hermanas compartieron recuerdos similares, señalando que crecer en granjas les permitió confiar en lo que tenían en lugar de depender de recursos externos, que a menudo eran escasos. Los recuerdos de la infancia de hacer conservas, cultivar el huerto y prepararse para los meses de invierno les trajeron una sensación de seguridad y de confianza en la comunidad.
Sor Mary Susann recordaba cómo se recogían y reutilizaban las botellas de leche. Hoy, este mismo espíritu de sostenibilidad sigue vivo en la Casa Madre de Nazaret (y en otros campus), donde las Hermanas reciclan vidrio, aluminio, papel y plástico.
Las prendas de segunda mano, la ropa hecha en casa y la reutilización de materiales eran otras prácticas comunes en aquella época. La hermana Sharen recordaba a su madre haciendo colchas con sacos de pienso y lavando y reutilizando papel de aluminio y bolsas de plástico, prácticas que mantuvo durante años a pesar de la sorpresa que causaba entre sus amigas. Estos hábitos sencillos y frugales revelan el valor de minimizar los residuos, algo que las sociedades modernas impulsadas por el consumo podrían reconsiderar.
Carolyn Cromer compartió una experiencia de su servicio en el Cuerpo de Paz en Marruecos, donde observó una comunidad que no producía residuos. «Si compraban sardinas, aplastaban la lata para tapar las grietas de las puertas de madera. Si se les rompían los zapatos de plástico, fundían metal en el fuego y los reparaban —explicó—. No se desperdiciaba nada».
Los años de la Depresión y la guerra también inculcaron a muchos un fuerte sentido de comunidad, sobre todo a través de los recursos compartidos y el ocio. Sor Wilma recordaba con cariño cómo los juegos de cartas alegraban a su familia cada tarde, mientras que sor Susann recordaba los picnics y juegos compartidos con otras familias en el parque.
Estas historias de sostenibilidad nos recuerdan las lecciones que podemos extraer del pasado. Prácticas como la jardinería, el enlatado, la reutilización y el intercambio de recursos demuestran cómo vivir en armonía con la creación y hacer frente a los desafíos ecológicos actuales. Como enseña el Papa Francisco en Laudato Si’, todos estamos llamados a proteger nuestra casa común, inspirándonos en la sabiduría de generaciones anteriores que vivieron con cuidado e ingenio.
A medida que superamos el Tiempo de la Creación, debemos seguir adoptando estas prácticas. Actuemos pensando en la creación y apoyémonos mutuamente en nuestro esfuerzo por vivir de forma sostenible. Apoyando a las Hermanas de la Caridad de Nazaret y sus iniciativas ecológicas, contribuimos a un futuro mejor para las generaciones venideras.
Kacie Emmerson
Fuente: https://nazareth.org/
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