Jesús, el que inicia el reino de Dios, nos ama hasta el fin, hasta entregar su cuerpo y derramar su sangre. Tal amor más grande lleva a que el reino se instaure de modo pleno.
Jesús está en Jerusalén. Enseña él y contesta las preguntas de los sabios y entendidos. Y un escriba, al cual le gustan las respuestas de Jesús, se acerca a él con pregunta. Quiere saber él qué cree Jesús es el primero o el más grande de los mandamientos.
Contesta Jesús que los 613 preceptos de la Torá se resumen en dos mandamientos no más: amar a Dios y amar al prójimo. Dice de forma expresa que ese doble mandamiento es el más grande de todos.
Y el escriba se pone de acuerdo con la respuesta del Maestro. Este, a su vez, le dice al escriba al oírle decir unas palabras sabias para resaltar que está de acuerdo: «No estás lejos del reino de Dios».
Están de acuerdo, pues, Jesús y el escriba. Quiere decir esto que los cristianos y los judíos no se han de tomar unos a otros por adversarios. Sí, hay cosas en las que pueden coincidir ellos. Con todo, no hay duda de que Jesús no lo ve al escriba como ya haya llegado. A este se le dice solo que «no está lejos del reino de Dios».
No quiere decir tal dicho que los cristianos llegaremos al reino antes que los judíos u otras gentes. Se nos da a conocer solo qué se nos pide para que se instaure el reino de modo pleno. Para que también lleguemos allí. A saber, se nos pide el amor parecido al amor más grande de Jesús.
Sí, Jesús nos tiene y nos enseña el amor más grande. Pues muere él por sus amigos. Y amar al igual que él es vivir unidos nosotros todos cual hermanos y hermanas. Esto entraña cosas buenas y deleitosas. Quiere decir también que ya está acá el reino de Dios.
Señor Jesús, haz que compartamos tus dos grandes virtudes, a saber, tu religión para con tu Padre y el amor para con los humanos (SV.ES VI:370). Concédenos también amarnos los unos a los otros de forma más grande, es decir, como tú nos amas, sin echarnos atrás ante las amenazas al promover nosotros la justicia, el amor, la unión, la inclusión. Así, estaremos contigo mientras te ofreces a ti mismo cual sacrificio grato.
3 Noviembre 2024
31º Domingo de T.O. (B)
Dt 6, 2-6; Heb 7, 23-28; Mc 12, 28b-34
0 comentarios