Orar y predicar los salmos ha sido una de mis grandes alegrías durante muchos años. La oportunidad de tomar un salmo y reflexionar sobre su significado me ha interpelado a estudiar su contexto y apreciar su mensaje. Cada salmo tiene algo que decir sobre aquel que lo hizo fructificar y que encontró una expresión de su experiencia de la Divinidad. A veces un salmo ofrece alabanzas y a veces lamentos; a veces expresa súplicas y a veces acción de gracias. Las muchas experiencias que conmueven la cabeza y el corazón humanos parecen encontrar expresión en estas oraciones bellas y personales.
Cuando imparto clases sobre los salmos, animo a mis oyentes a escuchar un salmo de tres maneras. En primer lugar, que traten de descubrir la situación concreta que puede haber dado origen a estas palabras de fe. ¿Qué ocurrió en la vida del salmista que le hizo hablar a Dios de esa manera? Por qué esas imágenes y por qué esa creencia. En tercer lugar, sugiero que el oyente se pregunte qué puede decir el salmo sobre su propia vida y desarrollo. El salmo tiene que encontrar un lugar en la vida del orante para que se realice plenamente. Entender lo que pensaba el salmista es importante, pero el objetivo para el lector debe conducir a una valoración personal de esta palabra de Dios guiada por el Espíritu en su propia vida.
Entre estas dos partes (el significado del salmo para el salmista y su significado para mí) hay una invitación que es importante y maravillosa. Invito al lector a preguntarse cómo pudo rezar Jesús este salmo. Sabemos que Jesús, María, José, Pedro, Pablo, Marta y María, así como todas las figuras judías del Nuevo Testamento, rezaban los salmos. Estas palabras formaban parte esencial de su culto. Así pues, podemos intentar descubrir cómo interpretó y aplicó Jesús este salmo a su vida y a su misión. ¿Dónde podrían haber prosperado sus pensamientos y reflexiones?
Se podría atribuir al Salmo 23, el llamado Salmo del Pastor, un elemento que contribuyó a que Jesús apreciara la imagen del Buen Pastor. Al considerar el papel del pastor en el salmo, la tarea de Jesús como Pastor de la comunidad cristiana encuentra una fácil conexión y aplicación.
Otros salmos encuentran sin duda un lugar en las palabras y acciones de Jesús.
Por ejemplo, mi salmo favorito sobre la comunidad es el Salmo 133. Su primer versículo marca el tono de este salmo. Su primer versículo marca el tono de esta breve oración:
Qué bueno y qué agradable es
cuando los hermanos viven unidos.
Cuando pienso en Jesús rezando este salmo, lo relaciono inmediatamente con su relato de la historia del Hijo Pródigo. Esa historia de hermanos separados prepara el escenario para el Padre que busca reunirlos. La historia termina sin un acuerdo. ¿Vivirán juntos los hermanos? Eso sería «bueno» y «agradable», ya que se reúnen en torno al Padre, pero esa resolución es desconocida. Sabemos cómo quiere Jesús que acabe la historia. Narra cómo debe conducirnos nuestro amor por el Padre y por los demás. Están conectados como los dos primeros mandamientos.
Considerar el modo en que los salmos expresan la forma de pensar y la misión de Jesús ofrece un terreno fértil para la meditación.
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