«NO SIEMPRE PODEMOS RASTREAR LA MANO DE DIOS, PERO SIEMPRE PODEMOS CONFIAR EN EL CORAZÓN DE DIOS».

– CHARLES SPURGEON

En los últimos años, gran parte de Australia ha experimentado un clima inhóspito, tormentas destructivas e inundaciones. Muchos de nuestros compañeros, miembros, personal, colegas, amigos y familiares han sufrido el regreso implacable de múltiples condiciones meteorológicas adversas que les han arrebatado sus hogares, posesiones, empleo, movilidad o una multitud de otros elementos en sus vidas. Esto puede dejarnos con sentimientos de desesperación o rabia. En medio de estas tempestades, puede llevarnos a cuestionar el propósito de estos acontecimientos o la presencia de Dios.

Nuestras propias vidas están llenas de complejidad. La metáfora de la tormenta encaja perfectamente cuando en nuestra vida se producen momentos de caos, incertidumbre y cambios repentinos. Navegar en tiempos de dificultades en la vida de uno puede sentirse como dirigir una embarcación aparentemente incontrolable a través de aguas turbulentas. La espiral de emociones puede resultar abrumadora.

Los discípulos de Jesús tuvieron reacciones similares en momentos de angustia y estrés en la Palestina del siglo I. En los Evangelios de Marcos (4,35-41) y Mateo (8,23-27), los discípulos se encontraban en medio del mar, en una barca, durante una tormenta salvaje. No era el lugar más seguro. Sorprendentemente, en ambos relatos, Jesús está dormido mientras el viento arrecia y las olas rompen alrededor del grupo. En tiempos de dificultades, puede parecer que Jesús está innecesariamente callado e incluso ausente del sufrimiento que encontramos. Pero Jesús no permanece dormido. En lugar de sumarse al miedo y al pánico, calma todo y a todos. El frenesí se calma. Y hace la pregunta: «¿Por qué tenéis miedo?».

El miedo es una emoción poderosa. Uno de sus principales propósitos es alertarnos de formas de peligro o de las causas del daño, agudizando nuestros sentidos para ayudar a nuestra autoprotección. En su forma extrema, puede deformar nuestras perspectivas y distorsionar nuestro sentido de la realidad. La historia pone de relieve la necesidad de cuestionar la propia reacción de miedo para domarla y gestionarla. Desde el punto de vista de la fe, también es una oportunidad para invitar a Dios a acercarse a las experiencias que generan miedo con el fin de hacerse amigo de él y profundizar en la confianza en Dios para que nos acompañe en medio de la tormenta.

Sor Rosalía Rendu vivió muchos acontecimientos caóticos y revoluciones violentas en las calles de París. Incluso cuando estaba rodeada de horribles combates y comportamientos inhumanos, trató de mantener la calma y ser un refugio. Su respuesta fue atender a los enfermos y moribundos de todos los bandos del conflicto, eligiendo reaccionar con generosidad y esmero ante el miedo y la desesperación.

Es importante recordar que podemos ser las manos de Cristo para los demás en tiempos de dificultad. Nuestra tradición vicenciana se basa en la realidad de reconocer a Jesús en los demás, especialmente en aquellos que sufren la pobreza. Lo hacemos sirviendo con amor a los necesitados. En las tormentas de la vida de los demás, podemos ser quienes acompañen a los que están en medio del miedo y la dificultad.

Es fácil ver sólo las nubes cuando el cielo está oscuro. Pero esos tormentas pasarán.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

• ¿Cuál es tu respuesta en momentos de temor o dificultad?
• ¿ De qué manera reconoces a Dios durante las tormentas de tu vida?

De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.