En una Sociedad que aumenta, y cuyo fin principal es trabajar por el renacimiento de la fe y de la caridad entre los hombres, en la que se deben encontrar toda variedad de edades, de costumbres y de opiniones humanas, la presidencia necesita muchas cualidades, un mérito especial, y un hombre difícil de encontrar si Dios no lo señala. Debe tener una gran piedad, para servir de ejemplo y una condescendencia tal vez aún mayor, para no asustar por unas virtudes demasiado rígidas; que tenga el hábito de la abnegación, el espíritu de fraternidad, experiencia de buenas obras; que una al celo que crea, la prudencia que conserva; que sepa mantener a la Sociedad en los caminos de la sencillez y de la sabia libertad por los que Dios la ha conducido hasta aquí, y de no desanimar sin embargo los esfuerzos bien inspirados que puedan surgir. Es necesario, en fin, que por su carácter atraiga la confianza y el respeto, al mismo tiempo que por su dulce familiaridad sepa hacerse amigo de los miembros más jóvenes de esta numerosa familia de la que es el lazo de unión.
Federico Ozanam, a la Sociedad de San Vicente de Paúl, 11 de junio de 1841.
Reflexión:
- El señor Emmanuel Bailly, primer presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl, dimitía de su puesto a mediados de 1841. Federico, que era uno de los vicepresidentes de la Sociedad en aquel momento, envía una carta a todos los consocios para comunicárselo, agradeciendo al señor Bally sus grandes sevicios; igualmente, se comunica la designación del señor Gossin como su sucesor elegido por el Consejo General.
- Antes de comunicar el nombre del nuevo presidente, Federico hace una interesante reflexión sobre las cualidades que era deseable que tuviese esta persona, cualidades que están enraizadas en la tradición vivenciana (sencillez, humildad, caridad, celo, mortificación); por extensión, el texto de Federico no sólo es válido para la Sociedad de San Vicente de Paúl, sino para cualquier otra rama de la gran Familia Vicenciana; y no sólo para los altos líderes, sino también para cualquier persona que ejerza algún cargo de responsabilidad en la misma, por pequeño y humilde que parezca.
- Es interesante notar que Ozanam indica los fines de la Sociedad en una breve aunque sustanciosa frase: «trabajar por el renacimiento de la fe y de la caridad entre los hombres». Así, evangelización y caridad están en el corazón de la Sociedad de San Vicente de Paúl, como lo están en todas las ramas de la Familia Vicenciana, porque son consustanciales a nuestro carisma.
- También hay que resaltar que —tanto en la Sociedad de San Vicente de Paúl como, por extensión, en cualquier otra rama de nuestra Familia—, «se deben encontrar toda variedad de edades, de costumbres y de opiniones humanas». Las ramas de la Familia Vicenciana están compuestas por personas diversas; son comunidades amplias en la que tienen su lugar toda clase de personas, con tal que deseen vivir este espíritu comunitario de fraternidad en el servicio al empobrecido y el anuncio del evangelio.
- Enumeremos someramente las cualidades que indica Federico, necesarias para el nuevo Presidente:
- Una gran piedad: El líder en la Familia Vicenciana es un ejemplo donde poder mirarnos. Es interesante indicar que la palabra «piedad» tiene dos significados que se unen maravillosamente en la tradición vicenciana: por una parte, la devoción religiosa; por otra, la compasión hacia los desfavorecidos.
- Una gran abnegación: una persona capaz de entregarse plenamente a su misión en el cargo de servicio que ostente, olvidándose de sí y entregándose a los demás.
- Espíritu de fraternidad / Que sepa ser amigo: Los cargos, en la Familia Vicenciana, no son puestos de poder, sino de servicio; por la misma razón, no son distinciones de dignidad, sino que deben ser cercanos a todos y promover el espíritu fraterno entre todos los seguidores de san Vicente de Paúl.
- Experiencia de buenas obras: El vicenciano es una persona de obras. Debe de conocer, tratar y estar cercano al necesitado. Nuestros dirigentes, por tanto, tendrán también estas mismas cualidades.
- Celo: Una persona apasionada por el evangelio y por la transformación social, promoviendo activamente la construcción del Reino de Dios y la justicia en nuestro mundo.
- Sencillez: Ya decía san Vicente de Paúl: «Dios me ha dado tan gran estima de la sencillez que yo la llamo ‘mi evangelio’”. (SVP ES IX, 546.)
- Que atraiga la confianza y el respeto.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Estoy de acuerdo con Ozanam? ¿Son estas cualidades necesarias para los líderes de la Familia Vicenciana?
- ¿Añadiría alguna más?
- Si ejerzo algún cargo de responsabilidad en la Familia Vicenciana: ¿trabajo activamente para mejorar y crecer como persona y cristiano, viviendo estas cualidades que enumera Federico?
Javier F. Chento
@javierchento
JavierChento
0 comentarios