Siervos inútiles somos: tal es el testimonio que deben dar los que se unen para servir a Dios y a los hombres […].
No hacerse ver, pero dejarse ver: tal podría ser nuestra fórmula y es más o menos la que se encuentra entre las máximas de un gran apóstol de la caridad, san Francisco de Sales. Hemos tenido oportunidad de aplicar y de apreciar esa doctrina, aquí precisamente, pues estamos rodeados por dos clases de escollos: por un lado, la rivalidad de algunas otras sociedades piadosas, que se mantienen secretas y que nos reprochan el que no les imitamos en eso; y por otro, el celo un tanto expansivo de algunos socios que iban por todos lados sembrando alabanzas de nuestra naciente obra. La exageración de sus informes nos hizo sospechosos para unos y ridículos ante los ojos de los demás. Nos profetizaron que la publicidad sería nuestra muerte, pero gracias a Dios, los profetas de desgracia mintieron, nos hicimos pequeños, inspiramos piedad y nos han dejado vivir: nuestro número ha crecido, como también nuestras limosnas; por nuestro intermedio se ha podido hacer algún bien moral y así nos hemos distinguido de las sociedades puramente filantrópicas.
Federico Ozanam, carta a François Lallier, del 5 de octubre de 1837.
Reflexión:
- Dios no nos elige por lo que valemos. Dios nos elige por lo que somos. San Pablo se lo recordaba así a los Corintios: «Fíjense, hermanos, en ustedes, los elegidos de Dios: ¿cuántos de ustedes tienen el saber humano o son de familias nobles e influyentes? Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es» (1 Cor 1, 26-29). Así, el retrato que tenemos de los apóstoles, los más cercanos a Jesús, es de un grupo de personas sencillas, hombres que no destacaban por sus conocimientos o su poder, pero que en Pentecostés fueron transformados por el Espíritu Santo para ser valientes testigos del Resucitado.
- Somos hijos de Dios. Dios es el que nos escogió y nos llamó a realizar su tarea en el mundo. No por nuestra dignidad, sino por puro amor. La humildad es, pues, una cualidad que hemos de entender como receptores indignos de un don inmerecido.
- No quiere decir esto que debamos ocultarnos del mundo y realizar en secreto la misión que Dios nos ha encomendado. «No hacerse ver, pero dejarse ver», es una buena síntesis de lo que Federico nos quiere decir en este texto. No nos vamos a ocultar del mundo, pero tampoco publicitar nuestras obras más allá de lo que es necesario para que se conozcan y promuevan, y cada vez más sean los que trabajen en favor de los empobrecidos.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Qué significa para mí la expresión «Siervos inútiles somos»?
- ¿Cómo diferenciar entre «hacerse ver» y «dejarse ver»? ¿Cómo nos hacemos ver, con sencillez y humildad, al mundo?
- ¿Acompañamos el acompañamiento moral y espiritual al auxilio material?
Javier F. Chento
@javierchento
JavierChento
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