Desde un punto de vista vicenciano: ¿Quién decís que soy yo?

por | Sep 13, 2024 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 Comentarios

Al comienzo de este curso académico, el pasaje que escucharemos en el Evangelio del domingo tiene para mí un acento especial.

Jesús reúne a sus discípulos y les hace una pregunta importante: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Como sabemos, ellos ofrecen diversas respuestas: «Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas». Pero entonces, habiendo discernido lo que «se dice en la calle», Jesús les hace la pregunta clave: «¿Y vosotros, quién decís que soy yo?». Esto hace reflexionar a los discípulos. Por muy fácil que sea repetir lo que han oído, ahora deben asumir la responsabilidad de su propia opinión sobre quién es Jesús. Pedro, entonces, se adelanta y afirma su posición con una contundente sencillez: «Tú eres el Cristo». Digan lo que digan los demás, los discípulos deben asumir en última instancia la responsabilidad de su creencia. Esta realidad es válida para todos nosotros.

Esta dinámica me parece especialmente atractiva ahora que damos la bienvenida a nuevos estudiantes a la Universidad de St. John de Nueva York

Hace dos semanas, nuestro hermoso campus no reflejaba mucha actividad. Ahora rebosa de estudiantes que se apresuran de un lugar a otro o se tumban en el césped o practican algún deporte o deambulan tratando de encontrar un aula. Me alegro de la nueva y enérgica vida que abunda. También siento la responsabilidad que esta situación impone a quienes trabajamos en la Universidad. Estos jóvenes han venido aquí para aprender. Lo que aprenden no depende simplemente de lo que oyen, sino de lo que se enseña y de cómo se enseña. La enseñanza tiene lugar no sólo en el aula, sino en el testimonio de la comunidad de St. John, en el ambiente del campus universitario y en los momentos que se encuentran para la reflexión y la conversación seria.

La pregunta que Jesús hace a sus discípulos es una que esperaríamos que nuestros estudiantes escucharan de alguna forma apropiada a sus tradiciones: «¿Quién dice la gente que soy yo?». La materia para esa respuesta puede surgir de nuevo de varias fuentes, incluyendo sus estudios, sus oportunidades de servicio y en las celebraciones de la Iglesia de Santo Tomás Moro, en el campus. Como los apóstoles, nos encantaría que nuestros alumnos fueran capaces de expresar lo que han oído y aprendido sobre Jesús de diversas fuentes, pero no puede detenerse ahí. La segunda pregunta (y la más importante) debe plantearse: «¿Quién decís que soy yo?». La respuesta que surja para esta pregunta forma parte de un proceso que dura toda la vida, pero podemos esperar que reciba fuerza y dirección del tiempo que pasen en nuestro campus. Y del esfuerzo que realiza la comunidad universitaria.

En mi papel de misionero paúl, siento la obligación y el privilegio de ayudar a nuestros estudiantes a explorar y responder a esta pregunta de alguna manera. Decirles lo que creo es importante, pero es sólo un primer paso. Lo que se dice debe ofrecerse de forma que pueda ser escuchado. Lo escuchado requiere cultivar el deseo de aceptar y expresar. El camino hacia la respuesta a la pregunta que Jesús plantea a sus seguidores en el Evangelio señala un paso importante en la vida de los jóvenes. Sigue siendo fundamental para todos nosotros. «¿Quién decís vosotros que soy yo?».

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