La visita domiciliaria: al encuentro con el prójimo

por | Ago 18, 2024 | Formación, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 comentarios

Escucha lo que tres miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl —Kat, Ray y Tim— tienen que contarnos sobre sus experiencias durante una visita a domicilio con un prójimo, y cómo eso ha moldeado su trayectoria en la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Transcripción:

Kat Brissette, Sociedad de San Vicente de Paúl en Rhode Island:

Las visitas a domicilio son una de mis labores preferidas de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Poder, ya sabes, ponerte en una posición incómoda, igual que nuestros prójimos están en una posición incómoda y poder escucharles y hablar con ellos. Mis visitas a domicilio favoritas son cuando hay niños. Tal vez sea porque me gusta hacer el tonto y es divertido interactuar con ellos. Así que muchas veces llevamos un libro para colorear o cosas para que jueguen mientras nos reunimos. Muchas de mis interacciones favoritas han sido, ya sabes, cuando traes el libro de colorear y dos hermanos en el suelo lo están coloreando mientras estás hablando con su mamá. Y antes de irse, le ponen un gran corazón y te lo dan. Tengo muchas páginas coloreadas enmarcadas y las llevo conmigo porque nos recuerdan lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Raymond Sickinger, Sociedad de San Vicente de Paúl en Rhode Island:

Hace años, mi mujer y yo fuimos juntos a hacer una visita domiciliaria. Hay una zona de caravanas donde vivimos —nos ocupamos de la pobreza rural y a veces puede ser más insidiosa que la pobreza urbana porque es menos visible y hay menos recursos—; esta mujer vivía en la zona de caravanas, así que fuimos a visitarla y se había quedado sin gasolina o propano. También necesitaba alquilar el terreno donde estaba la caravana. Tenía algunas necesidades, así que fuimos a hablar con ella. Era una noche lluviosa, recuerdo que llovía bastante y llegamos a la puerta y ella nos invitó a entrar y nos sentamos. Y no sé qué nos hizo hacerlo esa noche, no estoy seguro de que lo hubiéramos hecho mucho antes, pero simplemente dijimos «¿Qué te pasa? ¿Cuál es tu historia?» Entre 45 minutos y una hora después, la mujer se detuvo y tomó aire. Y dijo. «Me siento tan aliviada —dijo—. No había podido contarle antes esta historia a nadie». Y la ayudamos. En realidad la pusimos en una posición estable, pero realmente lo que más necesitaba era alguien que la escuchara. Y lo que mi mujer y yo aprendimos aquella noche fue a primero detenernos y dedicar tiempo a la escucha. Las historias son impactantes y la gente necesita sentir que son personas humana.

Timothy Williams, Sociedad de San Vicente de Paúl en EE.UU.:

Una de las primeras visitas a la que fuimos mi mujer y yo fue la de un hombre que iba y volvía en bicicleta al trabajo todos los días, recorriendo cada vez 11 kilómetros, porque no tenía coche pero tenía diez hijos. Siempre tenía más bocas que dinero, incluso contando con cupones de comida, así que nos llamó para que le ayudáramos con la comida, era fin de mes. Llegamos con la compra y todos los niños salieron corriendo de casa para ayudar a cargarla. Una niña coge un galón de leche. Se da la vuelta hacia la casa, y baila de vuelta a la casa. Gandhi dijo una vez que hay gente tan pobre que sólo puede ver a Dios en un trozo de pan. Pero yo la miraba y lo único que podía pensar era «el Reino de los cielos pertenece a gente como ésta».

Kat Brissette, Sociedad de San Vicente de Paúl en Rhode Island:

La Sociedad de San Vicente de Paúl es una manera increíble de vivir nuestra fe y ser un ejemplo de lo que significa ser católico y cristiano en el mundo de hoy.

Timothy Williams, Sociedad de San Vicente de Paúl en EE.UU.:

Cuando vamos a visitar a sus casas a los prójimos necesitados, vemos a Cristo: realmente recibes esta Gracia de Dios.

Raymond Sickinger, Sociedad de San Vicente de Paúl en Rhode Island:

Me ha resultado muy fácil ver el rostro de Cristo en aquellos a quienes servimos durante los años que he servido. Pero también tenemos que reflejar ese rostro amoroso a Cristo. Esa es la parte del carisma vicenciano, ese increíble don del Espíritu Santo, que más me habla.

Fuente: https://ssvpusa.org/vincentians/

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