“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo“
1Re 19, 4-8; Sal 33, 2-3.4-5.6-7.8-9; Ef 4, 30-5,1; Jn 6, 41-51.
La liturgia de este domingo 19 del tiempo ordinario viene marcada por una nota vocacional. Elías aparece cansado tras su caminar por el desierto; sin fuerzas y agobiado por la aridez, y desea la muerte. Una vez alimentado con el pan que Dios le ofrece continuará su camino y su misión.
Por otra parte, Jesús oye los comentarios críticos ante su afirmación: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo» reafirmado su oferta para todo aquel que cree en Él como lo proclamamos con el salmo: «Gustad y ved que bueno es el Señor».
San Pablo nos exhorta en la carta a los Efesios a no entristecer al Espíritu, pues con Él estamos marcados desde nuestro bautismo, lo cual nos habilita para disfrutar de la alegría creyente y decir a nuestro mundo, que nadie está dejado de la mano cariñosa de nuestro Padre Dios.
Escuchamos en el Evangelio la invitación que Cristo nos hace: «vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados, y yo los haré reposar». Acojamos la Palabra del Evangelio que nos acerca a Jesús cada día, entrando en comunión con Él comiendo su Carne y bebiendo su sangre, alimento que nos lleva a la vida eterna.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.
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