“No hace falta que vayan, denles ustedes de comer”
Jr 28, 2-27; Sal 118, 29.43.79.80.95.102; Mt 14, 13-21.
Quisiera centrar primeramente, esta breve reflexión, en «los sentimientos de Jesús». Es el Señor que se compadece del pueblo y al ver a su gente en ayunas, saciados de la Palabra que da vida, decide alimentar también su cuerpo. Ante la petición de los apóstoles «…es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida», Jesús les responde con una invitación que también te hace a ti y a mí en cada momento de nuestra historia: «denles ustedes de comer». Una llamada a la solidaridad, al compromiso y a dejar la indiferencia para comprometernos con aquellas personas que pasan por cualquier necesidad.
Otro aspecto muy importante es la «disponibilidad» y generosidad de aquel muchacho, que entregando todo lo que tiene, lo pone en las manos de Jesús, para que sea Él quien realice el milagro del amor. Cuando confiamos en Jesús, se realizan los milagros. Cuando hacemos lo que nos corresponde Jesús hace lo demás… El Obispo Pedro Casaldáliga lo expresaba en un poema «Mi cuerpo es comida»:
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu Vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.
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