¿Cómo pueden y deben las Conferencias de la SSVP poner en práctica las cinco virtudes vicencianas?

por | Jul 28, 2024 | Formación, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 comentarios

Las Conferencias de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) son un baluarte de caridad y fe, basadas en las cinco virtudes predicadas por san Vicente de Paúl: humildad, sencillez, mansedumbre, celo apostólico y mortificación. Cada una de estas virtudes representa un pilar que sostiene la misión vicenciana, y es esencial que los miembros de nuestras Conferencias conozcan su valor y las vivan en plenitud.

Empecemos por la humildad (Proverbios 29,23), fundamento de todas las virtudes. La humildad nos recuerda que somos instrumentos de Dios, que servimos sin vanagloria a los pobres y necesitados. Ser humilde es reconocer nuestra pequeñez ante Dios, nuestras limitaciones y nuestra dependencia de la gracia divina, acogiendo a cada persona a la que servimos con un corazón abierto y sin pretensiones.

La sencillez (Proverbios 12,9) es la segunda virtud que debe guiar nuestras acciones y compromisos vitales. En un mundo lleno de complejidades, indiferencia y excesos, la sencillez nos invita a ser claros y transparentes en nuestras intenciones y acciones. En las Conferencias esto se traduce en una comunicación directa y honesta, tanto entre los miembros como con aquellos a quienes servimos. Es importante que nuestras acciones estén desprovistas de artificios o «segundas intenciones», reflejando la pureza de nuestro propósito de servir.

La mansedumbre (Sofonías 2,3), la tercera virtud, es el condimento que hace que nuestras acciones sean más humanas y empáticas. La mansedumbre nos permite afrontar situaciones difíciles y personas desafiantes con paciencia, resistencia y ternura. Dentro de las Conferencias, la mansedumbre se manifiesta concretamente en la forma en que nos tratamos unos a otros, especialmente en momentos de desacuerdo y crisis. Un ambiente de paz, concordia y comprensión es vital para la eficacia de nuestro servicio vicentino, especialmente hacia aquellos a quienes ayudamos.

La mortificación (2 Corintios 4,8-18) es la cuarta virtud, y nos invita al sacrificio personal por el bien común. Para las Conferencias, esto significa estar dispuestos a renunciar a las comodidades personales y asumir compromisos que requieren tiempo, energía y, a veces, sufrimiento o sacrificio. La mortificación nos acerca a Cristo sufriente y nos fortalece para afrontar la adversidad con valentía y determinación. Mortificarse significa también ceder, dejarse llevar y ser menos arrogante en las discusiones y choques de ideas.

Por último, el celo apostólico (Filipenses 3,6), la quinta virtud, es el motor misionero que impulsa nuestras acciones. El celo nos impulsa a buscar constantemente el bien de los demás, especialmente de los más vulnerables, sin juzgarlos. En las Conferencias, el celo se traduce en un ferviente compromiso con la causa vicentina, buscando siempre nuevas formas de aliviar el sufrimiento y promover la dignidad humana. El celo lo abarca todo, desde unas actas bien redactadas, una tesorería al día, hasta audaces proyectos sociales en favor de los necesitados.

Vivir estas cinco virtudes no es una tarea sencilla, pero es esencial para que las Conferencias de la SSVP cumplan su misión con integridad y eficacia. Que cada miembro, inspirado por el ejemplo de san Vicente de Paúl, se esfuerce diariamente por incorporar estas virtudes a su vida y a su servicio, fortaleciendo la presencia vicentina en el mundo y perpetuando el legado de amor y caridad que se nos ha confiado.

El consocio Renato Lima de Oliveira fue Presidente General de la SSVP (2016/2023) y actualmente es Comisario General de la SSVP ante las Naciones Unidas.

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