Enviados, hombres y mujeres, de Jesús

por | Jul 11, 2024 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Como el Padre lo ha enviado, así también envía Jesús a sus discípulos.  Esos enviados cumplen el encargo de su Maestro.

Por pura iniciativa de Dios por medio de Cristo, los apóstoles predican, expulsan muchos demonios y curan a los enfermos.  Pues eso no lo hacen por su cuenta; son, más bien, enviados o apóstoles de Jesús.

Él, sí, es el que los llama a los no predicadores profesionales como lo son unos para ganar su pan.  Los saca él de sus empleos y los envía.  Y los envía de dos en dos para que sea fuerte su predicar por el testimonio de dos adultos.  Y para que se resalte que hay que obrar con otros.  Él les comparte también su poder sobre los espíritus malos.

Y los apóstoles, a su vez, no comparten su propio modo de pensar, de ver las cosas o de vivir.  No hablan ni actúan en nombre propio, sino en nombre de su Maestro.  Centran ellos su hablar y su hacer en la Buena Noticia que predica él.  Y en su poder sanador que les da él también.

Así pues, hacen ellos lo que él.  Y de este modo, se hacen sus colaboradores en el proyecto del reino de Dios.  En ese reino, la utopía es la realidad:  las gentes se liberan de los demonios, se curan de toda clase de enfermedades y gozan de la comunión.

Los enviados de Jesús cumplen con su misión de acuerdo con lo que él les manda.

Van ellos de un pueblo a otro, de una aldea a otra.  Son predicadores caminantes, itinerantes.  No se instalan en un lugar de poder o mando, en un puesto seguro y rico.  Ni se encierran en su propio bienestar olvidadizos de los pobres.  Llevan ellos sandalias, pues caminan.  Sus bastones son para caminar también, no para mandar, dar golpes.

Y no se preguntan preocupados:  «¿Qué comeremos, qué beberemos o con qué nos vestiremos?»  Por lo tanto, no llevan ni pan ni alforja ni dinero suelto en la faja ni una túnica de repuesto.  Les basta con vestirse de modo sencillo de la gente común, de los pobres.  No son de los que usan túnicas con borlas muy largas. Y confían en la bondad de Dios y en la hospitalidad de la gente.  Aceptan agradecidos, por lo tanto, lo que se les da, sin buscar algo mejor.

Y buscan más que nada el reino de Dios y su justicia.  La vida de ellos da a conocer que es inminente, está para llegar, el reino de Dios; su forma de ser y vivir predica la Buena Noticia del reino.

Señor Jesús, concédenos ser de tus enviados y predicar de palabra y de obra la Buena Noticia a los pobres, al cuidarlos nosotros, remediar sus necesidades espirituales y temporales, asistirles de todas las formas, y hacer que los demás les asistan así también (SV.ES XI:393).  Y no dejes que tengamos la pasión de parecer superior ni de ser el maestro (SV.ES XI:238).  Haz que, al igual que tú, sirvamos, más bien, a los demás hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre.

14 Julio 2024
15º Domingo de T.O. (B)
Amós 7, 12-15; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13

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