“No he venido abolir, sino a dar plenitud”
1Re 18, 20-39; Sal 15; Mt 5, 17-19.
La lógica del mundo no es la lógica de Dios. En ocasiones he pensado cómo podrían salir las cosas mejor. Incluso estando en el seminario, confiaba que Dios haría aquello que le pedía. Cuando tenía conflicto con alguna persona, pensaba que evitándolo sería mejor. Al final, no pasaba esto. Todo lo contrario, el conflicto se hacía mayor.
Dios no cumple antojos, ni endereza jorobados. Al final, aprendemos mucho de todo aquello que Dios nos da. No viene a abolir las leyes, sino a que tengan cumplimiento; llevar a cabo la ley significa aprender a tener armonía. No quita nada de nuestro camino, nos anima a aprender cosas nuevas.
Para ti lector o lectora que estas continuamente pidiendo a Dios la paciencia para con los vecinos, notarás que los seguirás viendo, Dios no los desaparece, sino que te invita a tener paciencia con esas personas. Pedimos a Dios por la paz, pero estamos llamados a ser generadores de paz. No cumple nuestros caprichos, nos llama a trabajar por buscar lo mejor para nosotros y para todos.
Nuestra oración sea para que Dios, en su plenitud, que nos lleve a vivir en armonía y nos de la fortaleza para superar nuestros males.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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