LOS VICENTINOS NUNCA OLVIDAN LAS MUCHAS BENDICIONES QUE RECIBEN DE QUIENES VISITAN.

LA REGLA, PG. 17

Cada mañana, si tenemos suerte, nos despertamos. Seguimos las rutinas matutinas para prepararnos para el día que tenemos por delante. Nos gustaría pensar que sabemos lo que nos espera, pero no hay ninguna garantía de que lo que hemos planeado vaya a suceder. Confiamos en lo desconocido, en que la vida seguirá adelante y todo sucederá según nuestro plan. A lo largo de nuestros días nos encontramos con personas, deliveradamente o no. Pueden ser compañeros de trabajo, voluntarios, amigos, el conductor del autobús e incluso el camarero del café. Son las conversaciones y los encuentros inesperados los que pueden cambiar el rumbo de nuestro día y tener potencialmente un mayor impacto de formas insospechadas.

Como vicentinos, estamos llamados a caminar con otros hacia la santidad (Regla pg.18). Esta vocación se manifiesta visitando a los necesitados, reuniéndonos como conferencia, comprometiéndonos en la vida de oración dentro de la Sociedad y de la comunidad local y actuando cuando vemos una necesidad. Al vivir esto, somos nosotros los que recibimos el mayor beneficio de estos encuentros.

Descubrimos que, a menudo, la acción que menos esperamos que nos afecte es la que toca nuestro corazón más profundamente que cualquier otra. Lo más probable es que lo que hacemos cada día en las buenas obras de nuestra Sociedad sea un regalo inesperado que damos por sentado. Sin duda, las personas a las que ayudamos aprecian la ayuda más de lo que manifiestan, pero el regalo que somos capaces de hacer es más valioso y precioso de lo que nos imaginamos.

Esto nos lleva a reconocer los regalos inesperados que nos llegan cada día. Dios nos envía un día nuevo, completamente intacto, un día que lo encarna a Él y a nosotros juntos y una oportunidad para un nuevo comienzo y oportunidades desconocidas para todos. Nos envía palabras amables que se alojan en nuestros corazones de completos extraños o de amigos maravillosos. Nos envía bellos recuerdos para recordarnos las bendiciones y los buenos momentos que hemos compartido y vivido y nos envía una brisa fresca en el calor de la tarde para refrescarnos del calor abrasador. A veces no vemos estos regalos como lo que son, y los damos por sentado. Todo lo que nos llega es un regalo entre Él y nosotros. Es asombroso lo personalizados que son sus dones para nosotros, y son esos dones los que nos llevamos cada día en nuestros encuentros inesperados con los demás.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

• ¿Qué regalos crees que verás esta semana?

De: Firewood for the soul, vol. 1, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill.