“Mi Carne es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida”
Hech 9, 1-20; Sal 116; Jn 6, 52-59.
Los católicos tenemos un gran tesoro llamado Eucaristía, en ella recibimos algo único, la sagrada comunión.
El mayor tesoro de la Iglesia está no en la ornamentación de nuestros templos, ni en la belleza de las esculturas de los santos, ni en la majestuosidad de las vestiduras litúrgicas que utilizan los ministros, mucho menos en el tamaño de nuestro templo o en el material con el que están construidos. ¿Dónde está dicho tesoro?
La sagrada Eucaristía es lo más valioso que tenemos los católicos. En las especies de pan y vino encontramos no simplemente harina y uvas, en esas especies tan comunes para el tiempo de Jesús él se quiso quedar para nosotros. Jesús lo dijo: “Mi cuerpo…, mi sangre…, son verdaderos”. Jesús nos está diciendo que él está verdaderamente presente en el pan y en el vino
Jesucristo amigo, que sienta la necesidad de tu compañía, para que cuando te reciba en la comunión seas tú el que vivas en mí; que no reine la oscuridad de mi vida solitaria y triste, sino que sienta tu presencia y tu compañía.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Iván Pech May C.M.
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