Aprender de nuestros hijos y de nuestros padres • Una reflexión semanal con Ozanam

por | Abr 13, 2024 | Federico Ozanam, Formación, Reflexiones | 1 comentario

¡Qué momento aquel en el que oí el último gemido de mi mujer tan amada y el primer grito de mi hija, momento en el que vi a esa criatura, pequeña pero inmortal, que Dios ponía en mis manos, que me producía tanta dulzura y también tantas obligaciones! ¡Con qué impaciencia he visto llegar la hora de su bautismo! Le hemos dado el nombre de Marie, que era el de mi madre, y en memoria de la poderosa patrona a cuya intercesión atribuimos este nacimiento feliz […].

Comenzaremos su educación de inmediato, al mismo tiempo que comenzará la nuestra, pues me doy cuenta de que el cielo nos la envía para enseñarnos mucho, y para hacernos mejores. No puedo ver esa dulce figura, toda llena de inocencia y de pureza, sin encontrar en ella la impronta sagrada del Creador, menos borrosa que en nosotros. No puedo pensar en esa alma imperecedera, de la que tendré que dar cuenta, sin que me sienta más penetrado de mis deberes. ¿Cómo podría darle lecciones si yo no las practico? ¿Podría Dios darme un modo más amable de instruirme, de corregirme y de ponerme en el camino del cielo?

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Federico Ozanam, Carta a Theophile Foisset, del 7 de agosto de 1845.

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Reflexión:

  1. Federico escribió este texto apenas dos semanas después de ver por primera vez a su hija, seguramente con bastante falta de sueño encima, y después de haber cambiado unos cuantos pañales…
  2. La emoción de Federico recorre un gran número de cartas en esta época. Es normal: estoy seguro de que la inmensa mayoría de los que han vivido el gozo de ser padres recuerdan el día del parto como uno de los más maravillosos de sus vidas.
  3. A los creyentes, el nacimiento de un hijo nos acerca a Dios. El misterio de la vida nos hace mirar al Dios que la creó. Nosotros, que participamos en la obra creadora de Dios, tenemos la responsabilidad de llevar a pleno cumplimiento su plan de salvación para todos los hombres.
  4. El texto de Federico nos hace pensar en cómo planteamos nuestras relaciones familiares, y nos invita a medir su «calidad». Pues Federico no solo fue uno de los fundadores de la Sociedad de San Vicente de Paúl, un importante defensor de la cuestión social y los derechos de los obreros, un profesor dedicado, un amigo fiel y generoso… también fue padre y esposo, y su ejemplo puede iluminar también nuestra vida familiar.

Cuestiones para el diálogo:

Para los padres:

  1. «El cielo nos la envía para enseñarnos mucho». ¿Somos los padres conscientes de que no solo «enseñamos», sino que también «aprendemos» de nuestros hijos? ¿Fomentamos este mutuo aprendizaje?
  2. «El cielo nos la envía para hacernos mejores». ¿Cómo nos hacen mejores los hijos?
  3. «¿Cómo podría darle lecciones si yo no las practico?» ¿Practicamos nosotros lo que pedimos que practiquen nuestros hijos?

Para los hijos:

  1. ¿Me siento responsable de crear un buen ambiente familiar?
  2. ¿Quiero a mis padres? ¿Se lo manifiesto? ¿Cuándo fue la última vez que dije «te quiero» a mamá o a papá?
  3. ¿Ayudo a mis padres en sus tareas en casa?
  4. Y si son mayores, ¿les acompaño y estoy a su lado, tanto en los momentos felices como en los de dificultad?

Javier F. Chento
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1 comentario

  1. Ross

    Gracias, Javier, por esta lección ilustrada con ejemplo de que captar lo sagrado quiere decir dejarse fascinar y sobrecoger por ello.

    Responder

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