“¡Qué duros de entendimiento!”
Hech 3, 1-10; Sal 104; Lc 24, 13-35.
Hoy el evangelista san Lucas nos presenta ya no a las mujeres tristes que van al sepulcro, sino a los discípulos de Emaús, quienes, al igual que las mujeres, tenían la mirada triste y el corazón desconsolado ante la muerte de su maestro. Ante esa tristeza Jesús sale a su encuentro para hacerles entender que el camino de fe tiene momentos como los que estaban experimentando, sin embargo, esos momentos no deben destruir su fe, por el contrario, la fe ha de ser reafirmada en la dificultad.
¿Quién de nosotros no ha tenido un momento difícil en la fe? Sin embargo, esos son los momentos en los cuales demostramos lo que creemos. Imaginemos un árbol, el cual en sus ramas y hojas se ve muy frondoso pero sus raíces son débiles, así es la fe de muchos, frondosa por fuera y débil por dentro, en los momentos de felicidad y plenitud estamos firmes, pero en los momentos difíciles nos rendimos. Un buen cristiano se mantiene firme no solo en los momentos de paz y tranquilidad, sino también, y sobre todo, en la dificultad.
Ante los momentos difíciles estemos firmes en la fe del resucitado, que sale a nuestro encuentro y nos devuelve la paz que solo Él puede dar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Iván Pech May C.M.
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