¡El reto de ser gente de Pascua!
Hace unos 60 años, recuerdo que me asaltó una pregunta que sigue siendo actual. Un gran teólogo, Johannes Hoffinger, preguntó: «Si somos Gente de Pascua, ¿por qué tan a menudo parecemos personas que necesitan una aspirina?».
La pregunta es sencilla. La respuesta es más complicada.
El mundo de hoy
Un mundo anclado en un perpetuo Viernes Santo de sufrimiento
Aquel primer Viernes Santo, los seguidores de Jesús se vieron sumidos en la más absoluta confusión. Se enfrentaban a esperanzas frustradas. Creían que iba a hacer perfecta su palabra. Ahora estaba muerto.
Hoy, ¿quién de nosotros no sufre? Los sufrimientos del cuerpo de Cristo hoy son muy reales. Están los sufrimientos que aparecen a diario en los titulares nacionales. Otros sufrimientos acechan justo debajo de la superficie. En nuestras vidas personales y familiares, nos enfrentamos al sufrimiento de las esperanzas frustradas. Enfermedad crónica, adicción, falta de trabajo u otras oportunidades, etc. Usted los conocen bien.
Un mundo de Sábado Santo sin la presencia de Jesús
Aquel primer Sábado Santo, se encontraron en un mundo sin Jesús y sin esperanza. No tenían nada ni nadie en quien confiar.
Pero, ¿qué diferencia hay con las multitudes que viven hoy en la desesperación y la confusión? Vivimos en una sociedad secular de usar y tirar. Cada vez son más los que se enfrentan a la pérdida de lo que les daba sentido y una razón para vivir, un sentimiento de pertenencia y de identidad. Es un mundo sin el rayo de esperanza de Jesús.
Con demasiada frecuencia, somos como los primeros seguidores de Jesús. Buscamos aspirinas para reducir el dolor en lugar de reconocer nuestras experiencias de la alegría de la Resurrección.
El reto de convertirnos en personas de Pascua
Las personas de la Pascua están llenas de esperanza. Se alegran de que el resultado, la vida eterna, sea seguro. Ven el poder de la resurrección de Jesús. No se libran del dolor y la confusión. Pero la gente de Pascua ha aprendido a reconocer la presencia inesperada de Jesús en su vida diaria. Reconocer estos encuentros les da vida y esperanza.
Hoy en día, no experimentamos la resurrección de Jesús de la misma manera que los primeros cristianos. Con demasiada frecuencia, echo de menos al Jesús de las sorpresas que
- Caminó conmigo y me ayudó a ver algo de una manera nueva.
- Pasó desapercibido porque no lo esperaba con cierto color de piel, idioma o estatus.
- Al que no dejé sentarse a mi mesa porque estaba muy centrado en alimentarme a mí mismo.
- Me pidió en lo más profundo de mis dudas que metiera las manos en las heridas de su cuerpo resucitado.
- Me encargó que dijera a los demás que él vive como fuente última de vida eterna.
- Transformó mis miedos para convertirlos hoy en sus manos sanadoras.
Experimentar a Jesús en las «Estaciones de la Resurrección» (Via Lucis)
¡Necesitamos abrir los ojos!
Con la bendición del Papa Juan Pablo II, se nos anima a recorrer las 14 estaciones del «Camino de la Resurrección»
¿Por qué no intentas rezar algunas de estas estaciones mirando a través de los periódicos de tu vida para experimentar los ecos de estas 14 estaciones?
- Jesús resucita de entre los muertos (Mateo 28,1-7)
- El sepulcro vacío (Juan 20,1-9)
- El Señor Resucitado se aparece a María Magdalena (Juan 20,11-18)
- Aparición a los dos discípulos de Emaús (Lucas 24,13-27)
- Reconocido al partir el pan (Lucas 24,28-35)
- Se aparece a sus discípulos (Lucas 24,36-43)
- Otorga el poder de perdonar pecados (Juan 20,19-23)
- Confirma la fe de Tomás (Juan 20,24-29)
- A orillas del lago Tiberíades (Juan 21,1-13)
- Dice a Pedro que apaciente a sus ovejas (Juan 21,15-17)
- Encomienda a sus seguidores una misión en el mundo (Mateo 28,16-20)
- Asciende al Padre (Hechos 1,6-11)
- Espera al Espíritu Santo con María (Hechos 1,12-14)
- Envía al Espíritu Santo (Hechos 2,1-13)
¿Puedes aprender a experimentar el camino transformador de la resurrección?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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