«¡Dios mío, qué motivos tiene la Compañía en esto para observar bien las reglas: hacer lo que el Hijo de Dios vino a hacer al mundo!: Que haya una Compañía, y que ésta sea la de la Misión, compuesta de pobres gentes, hecha especialmente para eso, yendo de acá para allá por las aldeas y villorrios, dejando las ciudades, como nunca se había hecho, yendo a anunciar el Evangelio solamente a los pobres!» (XI, 324).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- Ahora que andamos con la Celebración de los 400 años del carisma Vicenciano, no está nada mal traer a colación este breve fragmento, central en el pensamiento del sr. Vicente. Sorprende la denominación de “Compañía” para referirse a la Congregación de la Misión. ¿Influjo de sus admirados Jesuitas?… ¡Posiblemente!
- ¿Qué pinta en el mundo, se pregunta, la Compañía de la Misión?… Respuesta contundente: lo mismo que hizo el Hijo de Dios: anunciar el Evangelio de forma itinerante. ¿Añade algo?… Posiblemente el “solamente a los pobres”. ¿Y dónde se encontraban en el siglo XVII francés (y en la mayoría de espacios)?: en las aldeas y villorrios. Añadamos: los suburbios de París no tenían nada que envidiar, en cuanto a la miseria, a los villorrios más villorrios de Francia. De hecho, allí iniciaron sus trabajos las Hijas de la Caridad.
- Un matiz para satisfacción de sus oyentes: la Compañía “está compuesta por pobres gentes”. Entiéndase: “pobres gentes” que no “gentes pobres”… La realidad de sus primeros compañeros avala la situación por lo que debemos entender la expresión como una llamada a la “sencillez”, a la “humildad”, al “celo”, a la “mansedumbre”… porque el primer paso para “ir de acá para allá” es la práctica de estas virtudes.
- Y toda esta reflexión ¿para qué? ¿a cuento de qué?… Pues el inicio del texto nos da la pauta: “para observar bien las reglas”. Bien podemos suponer que cuando se recurre a esta “observancia” es porque existía algún tipo de relajación en su cumplimiento. Nada extraño en cualquier tipo de Institución, al margen del origen y temporalización en su fundación. Una observación que, por otra parte, debe actualizarse continuamente.
- Matizo una última cuestión relacionada con el “yendo de aquí para allá”… o, lo que es lo mismo, la “itinerancia” aplicada no sólo a las personas sino, también, a las fundaciones. Un elemento (junto a la exclusión de las ciudades) muy presente en la herencia vicenciana y que, en mi opinión, no ha sido asumido por completo en la Misión. Haré una excepción en las “misiones populares” preurbanas (al menos, de lo que conozco, en España).
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Son las Reglas elemento continuo de reflexión en nuestras Comunidades?
- ¿Están las “virtudes vicencianas” consolidadas en nuestras vidas?
- ¿Son los lugares donde desarrollamos nuestros trabajos espacios donde las pobrezas son predominantes?
- ¿Cuál es la relación existente en nuestros ministerios entre “evangelización” y “promoción”?
- ¿Son las Parroquias o Colegios lugares para practicar la itinerancia?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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