¿Cuál es su destino final?

por | Mar 23, 2024 | Formación, Reflexiones, Renato Lima | 0 comentarios

Siempre que viajamos en avión, al llegar al mostrador de la compañía aérea para recoger el equipaje, los asistentes nos hacen una pregunta parecida a ésta: «¿Cuál es su destino final?». El objetivo es confirmar la ciudad de destino e iniciar los trámites del vuelo. Lo cierto es que esta pregunta es mucho más profunda de lo que se piensa. Pocos dan a esta pregunta la importancia que merece.

Yo mismo la he escuchado docenas de veces, especialmente durante los siete años que he tenido el privilegio de ser el 16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Entre 2016 y 2023, que es el período de mi mandato, pude visitar 50 naciones, sin contar los innumerables viajes dentro de Brasil, que ya perdí la cuenta.

La forma más adecuada para que los asistentes hagan esta pregunta sería: «¿A qué ciudad está volando (o viajando)?». Pero cuando preguntan «destino final», sentimos cierta extrañeza de carácter espiritual e incluso sobrenatural. En varias ocasiones, pasé unos segundos preguntándome cuál sería mi respuesta, ya que el «destino final» de todas las personas es el mismo y llegará algún día: el final de la vida aquí en la tierra. No hay escapatoria (Santiago 1,13-14).

En cierta ocasión respondí, sin querer crear una situación incómoda: «Está en manos de Dios, pero me gustaría ir al Paraíso». La asistente empezó a sonreír y, a partir de ese momento, ella misma se dio cuenta de que la pregunta sobre el «destino final» acaba provocando este tipo de reflexión. ¿Cuál es mi destino final? ¡Qué pregunta tan intrigante que nos acompaña toda la vida! Muchas personas se pasan la vida intentando responder a esta pregunta (Lucas 23,43). Muchas personas abandonan esta existencia sin una respuesta satisfactoria.

Otra razón por la que las compañías aéreas no deberían utilizar la expresión «destino final» cuando hablan a sus pasajeros en la facturación es obvia: sabemos que la aviación es segura y que los accidentes son cada vez más raros; sin embargo, no podemos garantizar totalmente que estos episodios no ocurran. Puede haber incidentes que lleven a la gente a alcanzar sus destinos finales «más rápidamente»…

Pero no todos —lo sabemos— irán al Paraíso. Esta es otra reflexión necesaria, porque el Paraíso es una promesa de Dios sólo para unos pocos, aunque la invitación se hizo a todos (Mateo 24,14). En cambio, el infierno está ahí para quien quiera entrar en él, con sólo alejarse del Dios del perdón, de la caridad y de la virtud (Daniel 12,2). Hay dos caminos, o más bien dos «destinos» a los que todos estamos sujetos, en función de nuestro estilo de vida y de las elecciones que hacemos durante nuestra vida terrena (Mateo 7,13-14).

Así que, volviendo al momento en el mostrador de la aerolínea: cada vez que me preguntan cuál será mi destino final, me paro, pienso, sonrío, me digo en voz baja «Paraíso», y luego les digo a los asistentes el nombre de la ciudad a la que viajo. He resuelto la pregunta, pero no puedo dejar de pensar en ello. Lo que realmente deseo, algún día (no ahora), es llegar al Paraíso, sin escalas. Y usted, ¿cuál es su «destino final»?

Renato Lima de Oliveira,
Comisionado de la SSVP ante las Naciones Unidas y 16º Presidente General de la SSVP entre 2016 y 2023.
Fuente: Revista Adoremos, de la SSVP de Belo Horizonte (MG), número de marzo de 2024.

«Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran» (Mateo 7,13-14).

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