Al principio del Evangelio de San Juan, vemos a Jesús entrando resueltamente en el patio exterior del Templo de Jerusalén, un espacio limítrofe con lo que el pueblo judío reconocía como la propia Morada de Dios. Al expulsar a los cambistas que trabajaban allí, transmite el mensaje contundente de que hay actividades que no corresponden, ciertas acciones y actitudes que no son dignas de estar cerca de Dios. Con su látigo y sus brazos extendidos, Jesús da este paso valiente para eliminar estas actividades de la escena. Se opone a cualquier falta de respeto a su amado Padre.

El hecho de que Jesús vuelque estas mesas es una visualización de los esfuerzos que cualquier creyente hace para cambiar e incluso invertir la dirección. Es una manera gráfica de mostrar lo que significa para alguien librarse de comportamientos y puntos de vista que simplemente no encajan cuando se intenta vivir una vida centrada en Dios.

Este tiempo de Cuaresma es una época para prestar más atención al seguimiento de Jesús, quien él mismo es la cercanía de Dios a nosotros. Estas semanas arrojan una luz brillante sobre aquellos adornos que simplemente no pertenecen, acciones que no tienen lugar en la casa de Dios.

Al entrar en este templo con Jesús, cada uno de nosotros podría elegir diferentes obstáculos contra los que luchar, a los que derribar; cosas como el egoísmo, el olvido de los pobres, la indiferencia ante los sufrimientos del mundo, la traición de una relación, la deshonestidad… cualquier cosa que entrara en conflicto con los sentimientos evangélicos de nuestro propio san Vicente. Éstas y muchas otras son las cosas que no encajan en la casa de Dios, esas mesas tambaleantes que hay que volcar si queremos acercarnos a la Divinidad.

El título de un himno evangélico, «Just A Closer Walk With Thee» [Sólo un caminar más cerca de ti], establece una clara figura para mucho de lo que Jesús nos está enseñando en esta escena del Templo. Nos imagina a cada uno de nosotros caminando activamente cerca de Jesús, mientras nos guía más allá de aquellas mentalidades y comportamientos que bloquean nuestro camino hacia la Casa de su Padre.

En este espíritu del caminar de Jesús por el patio, reconozcamos cuáles son algunas de esas monedas que hay que arrojar por el suelo, cuáles son algunas de esas mesas que hay que derribar y, concretamente, cuáles son esas cosas que hay que confesar y perdonar en el sacramento de la Penitencia.

Acciones como éstas nos ayudan a llegar a un reconocimiento más claro de lo que importa al proponernos «Caminar más cerca de Ti«. Estos días de Cuaresma y estas prácticas cuaresmales esculpen ese camino que no sólo nos acerca a Dios, sino que, lo que es más importante, permite que el Dios Todo Amor se acerque a cada uno de nosotros.