Alimento para el alma: A la velocidad del rayo

por | Mar 18, 2024 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

AHORA ESTAMOS CONECTADOS A INTERNET, COMO NEURONAS DE UN CEREBRO GIGANTE.

STEPHEN HAWKING

¿Recuerdas cuando se comercializaron los ordenadores? Aquellas grandes cajas cuadradas que llenaban el escritorio con letras verdes en pantallas negras. Luego llegaron las pantallas a color, Internet por línea telefónica que a veces funcionaba, los disquetes y después los CD-ROM. La conexión inalámbrica y la nube parecían futuristas. Podías encender el ordenador, irte a hacer alguna tarea y volver con la esperanza de que por fin estuviera cargado y listo para usar. Con el tiempo, los ordenadores y sus componentes cambiaron, así que los sustituíamos por modelos más nuevos y rápidos a medida que se desarrollaba la tecnología.

Lo que antes nos parecía lo más grande, poder escribir un documento, jugar al buscaminas y conectarnos a Internet, ahora nos parece insignificante.

Lo que ahora esperamos de los ordenadores se ha disparado. Lo que pensábamos que era rápido se ha convertido en frustración, cuando un ordenador no arranca de inmediato o cuando, por alguna razón, Internet no funciona y no tenemos acceso instantáneo. Nos hemos vuelto impacientes con la tecnología y, de hecho, impacientes con las cosas que no son tan rápidas como creemos que deberían ser. A veces parece como si saliéramos de la cama y empezara a correr el tiempo. Tenemos que terminar absolutamente todo lo que hemos planeado en el día. El tiempo es una cuestión de pasar los minutos, pasar las horas, pasar las tareas. ¿Nos estamos perdiendo lo que realmente es el tiempo?

El tiempo tiene que ver con las estaciones. El invierno es diferente al verano, el otoño diferente a la primavera, la mañana diferente a la noche. Me pregunto cuántos de nosotros medimos nuestras actividades de acuerdo con ese tipo de  pensamiento.

Las tareas que realizamos por la mañana tienen su propio impulso y luego, a medida que avanza el día, empezamos a notar un cierto agotamiento del ánimo y la energía, por lo que nuestra atención se centra en tareas diferentes. Las tareas de la tarde vuelven a ser diferentes, el sol empieza a ponerse, la ropa que estaba impecable por la mañana ahora está arrugada y las tareas de la tarde empiezan a ralentizarse, afortunadamente.

Muchos de nosotros intentamos exprimir el día al máximo y, a veces, seguimos corriendo a toda velocidad por la noche. Atiborramos nuestros días, nuestros horarios, nuestras semanas, nuestros años y, antes de que nos demos cuenta, el tiempo ha pasado y seguimos sin saber adónde ha ido a parar. Se nos acaban los días y empiezan las noches. Llenémoslas de vida también.

Qué diferente sería la vida si viviéramos día a día, no hora a hora. Qué diferente sería tu vida si te situaras en el mundo de hace 15/20 años, cuando la vida parecía avanzar a un ritmo más lento.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  •  ¿Tienes suficientes horas en tu día?
  • ¿Qué podrías hacer para aprovechar al máximo cada día?

De: Firewood for the soul, vol. 1, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill.

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