La falta de vivienda es un fracaso de múltiples sistemas, lo que representa un reto mundial situado en la intersección de la salud pública, la asequibilidad de la vivienda, la violencia doméstica, las enfermedades mentales, el abuso de sustancias, la urbanización, la discriminación racial y de género, el cambio climático, la migración, la infraestructura y el desempleo.

A escala mundial, cada vez hay más pruebas que respaldan las estrategias de prevención. Las partes interesadas, incluidas las Naciones Unidas, abogan por ampliar las estrategias de prevención para evitar el futuro sinhogarismo. El Informe del Secretario General de las Naciones Unidas, Políticas y programas inclusivos para abordar la falta de hogar, hace hincapié en la necesidad de cambiar el paradigma más allá de un enfoque solitario en las medidas de emergencia para incluir la prevención, afirmando,

«Los alojamientos y respuestas de emergencia desempeñan un papel vital a la hora de hacer frente a la pérdida repentina de la vivienda como consecuencia de desastres o conflictos. Sin embargo, en las medidas de emergencia se suele asignar prioridad al apoyo a corto plazo, y se desatienden las necesidades integrales de las personas y las necesidades en materia de vivienda a largo plazo. Este enfoque institucionalizado centrado en el alojamiento de emergencia puede atrapar a las personas en un sistema que no incluye la prestación de una asistencia psicosocial, jurídica y sanitaria que se adapte a sus necesidades con miras a su integración y rehabilitación. Los enfoques que abordan el sinhogarismo como una cuestión estructural, y no como una emergencia social que afecta a pocas personas, y hacen hincapié en la prevención y en las estrategias basadas en los derechos han adquirido mayor relevancia. Las políticas de protección social y de vivienda —en particular, el mejoramiento de los barrios marginales— desempeñan un papel clave en la prevención del sinhogarismo. Los programas de prevención tienen que ser polifacéticos e intersectoriales, y deben estar firmemente adaptados a las poblaciones destinatarias. El objetivo es abordar tanto los factores estructurales subyacentes que contribuyen al sinhogarismo como los riesgos específicos relacionados con las circunstancias individuales. Tanto a nivel local como en las estrategias nacionales se está prestando mayor atención a la prevención».

Para tener un impacto duradero, las estrategias de prevención pueden ampliarse mediante la colaboración entre sectores, la aplicación de políticas y programas de derivación que proporcionen apoyo a las personas en riesgo inminente de quedarse sin hogar o que se enfrentan a la inseguridad de la vivienda. Los datos sobre sinhogarismo y las consultas a las personas sin hogar pueden ayudar a centrarse en factores específicos.

La prevención del sinhogarismo opera a tres niveles principales: primario, secundario y terciario. La prevención primaria se centra en la gestión de la vivienda y las políticas, ofreciendo apoyo a la tenencia, estableciendo redes de seguridad y proporcionando servicios sanitarios y de otro tipo. La prevención secundaria consiste en apoyar a los grupos de alto riesgo que están a punto de quedarse sin hogar por motivos como el desahucio, las rupturas sentimentales o la salida de la cárcel. La prevención terciaria pretende evitar que se repita el fenómeno de las personas sin hogar.

Para responder a la pregunta vicentina: «¿Qué se debe hacer?», las comunidades de todo el mundo pueden analizar los factores que impulsan actualmente a las personas sin hogar utilizando datos y diálogos con personas que han vivido esta situación. Esta información puede guiar a las partes interesadas de todos los sectores a desarrollar, en colaboración, programas y estrategias para cerrar el grifo del sinhogarismo.

En Chicago, el Fondo de Asistencia Financiera de Emergencia asigna ayuda financiera a personas en riesgo de quedarse sin hogar, subsanando las deficiencias de los servicios sociales mediante ayudas a corto plazo para el alquiler, el transporte, los servicios públicos y otras necesidades básicas. En Australia, el Proyecto Geelong opera dentro del sistema escolar, identificando a los estudiantes en situación de riesgo mediante un estudio exhaustivo y ofreciéndoles trabajo social y servicios de apoyo para abordar sus problemas. Las primeras evaluaciones del Proyecto Geelong indican una reducción del 40% de los estudiantes que se presentan en los centros de acogida de jóvenes sin hogar y una reducción del 20% del abandono escolar. En Uruguay se han desarrollado iniciativas de alojamiento para evitar que las personas ingresadas en hospitales e instituciones pasen a ser personas sin hogar.

Para más información sobre prevención, puede ver estos seminarios web de IGH (en inglés):

Por Julia Wagner, Institute of Global Homelessness