«Dios trabaja fuera de sí mismo, en la producción y conservación de este gran universo, en los movimientos del cielo, en las influencias de los astros, en las producciones de la tierra y del mar, en la temperatura del aire, en la regulación de las estaciones y en todo este orden tan hermoso que contemplamos en la naturaleza, y que se vería destruido y volvería a la nada, si Dios no pusiese en él sin cesar su mano».
Vicente de Paúl (SVP ES, IX, 444)
Reflexión:
- La primera visión que el sr. Vicente tiene de Dios es la de un Dios trabajador. En otro texto afirma que “trabaja continuamente, continuamente ha trabajado y trabajará”. Y lo hace desde toda la eternidad para engendrar al Hijo y, junto con él, producir eternamente al Espíritu Santo. Una visión posiblemente asumida desde su situación vital en la niñez de sus añoradas Landas, donde todo lo que se conseguía se basaba en el esfuerzo de los brazos, en el cansancio de los pies y en el sudor de cada día para, simplemente, sobrevivir. Bien es verdad que, seamos sinceros, Dios no se cansa y, por ello, habrá que matizar, para nosotros (simples mortales) el “continuamente”. La norma benedictina matiza el negocio muy sabiamente: ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas de oración.
- Un malévolo dicho afirmaba que el “paúl” era la persona que se levantaba a las cinco para no hacer nada durante el resto del día. Quizá, digo yo, lo que hacía lo hacía con “calidad” y no precisaba más. Posiblemente me equivoco. El caso es que el sr. Vicente no le da tregua al Dios “trabajador”. No ya ha empleado un segundo de su tiempo (una eternidad) en crear el universo, el cielo, los astros, la tierra y el mar, el aire, las estaciones… ¡la Naturaleza! sino que continúa “conservándola” preocupado por la “grandeza”, los “movimientos”, las “influencias”, la “regulación”… ¡No tiene tiempo de aburrirse jugando a las cartas con sus “amiguetes”, los santos!
- ¿Es acaso Dios un paranoico? Puede parecer irreverente la interrogación pero, tal como lo presenta el sr. Vicente, mucho se le acerca. En mi opinión esta visión debe ser modernizada, actualizada. Es una visión que parte de un concepto puramente determinista en el que no cabe la propia gestión ni del mundo ni de la persona: “si Dios no pusiese en él sin cesar su mano… la naturaleza se vería destruida y volvería a la nada”. ¿Dónde quedan las reglas del propio Universo? ¿Dónde queda la libertad del ser humano?… Está bien que Dios actúe… pero que sea con el esfuerzo de nuestros brazos, al menos de aquellos que quieran esforzarse.
- Todo ello para justificar que debemos trabajar a tiempo y destiempo. Quizá, yo entre otros, entiendo la vida como “trabajo” pero, de ninguna manera, como “obsesión por el trabajo”. El “ocio” es una dimensión tan vital como el “negocio”. Un “ocio” (nada que ver con la “ociosidad”) que debe responder a tres espacios: descanso, diversión, desarrollo. De momento revisemos el relato bíblico creacionista: “al séptimo… descansó”. Bien es verdad que, en ocasiones, comenzamos por el final y nos eternizamos en el descanso, la paradita, el para-luego, el bocata solidario … Anda que no sabe el ser humano aprovecharse de las circunstancias.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Es tu vida un vivir para trabajar o un trabajar con calidad?
- ¿Somos ejemplo, como Comunidad, de ser trabajadores/as?
- ¿Nos preocupa en nuestras obras ser eficientes o eficaces?
- ¿Descansamos para trabajar o le damos un sentido propio?
- ¿Ocupa la diversión algún espacio en nuestras vidas y en nuestras Comunidades?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
Mitxel.OlabuenagaOrnes
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