“Mandó a la gente que se sentara”
1 Re, 12, 26-32; 13, 33-34; Sal 105; Mc 8, 1-10.
¿Cómo se puede alcanzar la santidad cuando todavía no se cumplen los 15 años? Esta pregunta deberíamos hacérsela a José Sánchez del Río y descifrar la respuesta en su vida y en su martirio.
Nacido en Sahuayo, Mich, el 8 de marzo 1913, es un adolescente cuando inicia la persecución religiosa. Más que angustiarle el peligro de esos tiempos, ve en ellos la oportunidad de “ganarse el cielo” profesando la fe con valentía. Se alista como auxiliar o ayudante del ejército de fieles organizados para hacer frente a la intolerancia oficial. Fue capturado, torturado terriblemente y finalmente acuchillado y rematado con un disparo en la cabeza el 10 de febrero de 1928. Murió proclamando su fe en Cristo Rey.
No era un criminal, era un jovencito que comenzaba a vivir, con una fe profunda y el deseo de ser fiel a Jesucristo y a la Iglesia. Dos días antes de morir escribió a su madre: «Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte… haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre…».
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero C.M.
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