Tomar en serio la Buena Noticia de Dios

por | Ene 18, 2024 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es la Buena Noticia de Dios en persona.   Tomar en serio nosotros la Buena Noticia es asegurarnos la vida, la dicha, la salvación. 

Hay aquellos que rehúsan tomar en serio el anuncio de Jesús de que ha llegado el reino de Dios.  Dicen que si fuese así, no seguiría igual todo. No habría hambre, pobreza, enfermedad, violencia, guerra, codicia, explotación, opresión, injusticia.

Los males que hay en el mundo pueden llevarnos, sí, a no tomar en serio la Buena Notica de Dios. La misma que anuncia Jesús. Pero si reaccionamos de este modo querrá decir que no captamos del todo lo nuevo que se nos introduce. Es decir, el nuevo modo de ser y vivir, cuya hora ha llegado. Y es por eso que nos lo enseña Jesús de palabra y de obra.

Quiere él que sepamos que vive él en la cruz y que no lo dejemos de tomar en serio esto. Lo que quiere decir que él está y vive en los perseguidos. Y en los que a los cuales los llama él sus más pequeños hermanos y hermanas. Un amigo lo expresa esto de esta forma: si el Señor no está con los que sufren en Gaza, no estará en ningún otro lugar.

Y no es que se complazca él en sus penas y aflicciones o en las de los demás. Después de todo, tiene por misión el anunciar la Buena Noticia a los pobres. Sana él a la vez a los enfermos, conforta a los afligidos y alivia las penas de los que sufren.

Su agonía en Getsemaní da a conocer también que él no quiere sufrir ni morir. Con todo, se conforma con esto y se somete a la voluntad del Padre. Bien sabe que la fuerzas del mal, la injusticia, la codicia y la tiranía no se detendrán ante nada para mantener el poder.

Tomar en serio que anunciar the Buena Noticia de Dios quiere decir buscar contrariedades (SV.ES I:143).  

Así que Jesús que está en la cruz no refleja el sadismo o el masoquismo. Refleja él más bien el amor que nos tiene Dios. El Crucificado, al cual hay que proclamar, nos enseña qué quiere decir amar al igual que Dios. Este hombre en la cruz es en persona la nueva forma de ser y vivir que quiere él que sea nuestra. A ella se nos llama. Y si no la dejamos de tomar en serio, no cabrá duda de que, en lugar de morir, viviremos. De que será nuestra la dicha, no la desdicha.

Así pues, ¿dispuestos estamos, al igual que Simón y Andrés, y Santiago y Juan, a cambiar nuestro modo de pensar y actuar? ¿Nos comprometemos a amar al igual que Dios, cuya compasión no sabe de fronteras, como lo descrubrió Jonás? Y, ¿de verdad veneramos tan grande Sacramento y dejamos que la antigua figura ceda el puesto al nuevo rito? ¿Podemos a lo menos estar al pie de la cruz (SV.ES I:206) si nos cuesta vivir en la cruz con Jesús? Y, ¿no nos hemos de preocupar de que sea apremiante el momento?

Señor Jesús, haz que logremos tomar en serio tu proclamación: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en la Buena Noticia».

21 Enero 2024 
3º Domingo de T.O. (B) 
Jon 3, 1-5. 10; 1 Cor 7, 21-29; Mc 1, 14-20

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