La prisión de Tolmezzo (UD), de la que soy capellán desde hace un año, alberga a unos 160 reclusos (varones): una decena de ellos son reclusos comunes, la gran mayoría están en secciones de alta seguridad. También hay otra sección, en un complejo separado de la prisión, que alberga a unos 20 reclusos en régimen 41 bis.

Es difícil encontrar aquí motivos para la esperanza: una concentración de sufrimiento infligido y soportado, de violencia infligida y recibida, parece ocupar imperturbable cada espacio y cada momento de la vida de los reclusos. Sin embargo, incluso aquí, entre la Alta Seguridad y el 41 bis, el milagro del nacimiento del Niño se renueva, a pesar de todas las circunstancias adversas.

Este año, un belén totalmente original adorna la capilla de la prisión. Ha sido realizado por Francesco, Salvatore y Domenico (sección de alta seguridad), utilizando madera contrachapada y otros materiales recuperados que tenían a su disposición. La peculiaridad de este belén radica en que —insertado en el contexto de la clásica ambientación navideña— ha reproducido una copia fiel de sus celdas, completa con todos sus detalles: literas, mesita con taburetes, armarios, perchas, radiador, cuarto de baño, etc. El único detalle importante que difiere de la celda real es la presencia de una segunda puerta, además de la que da al pasillo de la sección. Esta segunda puerta, deliberadamente abierta en el centro, permite la comunicación (¿y la comunión?), entre la celda y el pesebre.

Encima de todo se alza un pergamino, en el que destacan las palabras: «Nace Jesús, esperanza y luz más allá de los barrotes». Con esta obra, los reclusos han querido retomar, a su manera, la afirmación evangélica del prólogo de Juan: «La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido». Que el Niño con su luz nos ilumine a todos y caliente nuestros corazones con el calor de su amor.

Desde la cárcel de Tolmezzo, les deseamos una Navidad llena de paz en el Señor.

P. Claudio Santangelo C.M.
Capellán
Fuente: https://www.vincenziani.it