“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador”
Is 40, 1-5. 9-11; Sal 84; 2 Pedro 3, 8-14; Mc 1, 1-8.
¿Te has dado cuenta cómo y con qué exactitud se unen paralelamente el Antiguo y el Nuevo Testamento para anunciar y glorificar a Dios? El Dios que tenemos es el Todopoderoso y Eterno, y ninguna creatura existente en el universo se escapa de la mirada y misericordia de Dios. Los dos Testamentos se unen entre sí y glorifican al Señor. El Antiguo lo anuncia y el Nuevo lo muestra y lo propaga; es decir, el Antiguo Testamento habla de un Dios que “ha de venir” y el Nuevo habla de lo que Dios ha hecho al llegar a la tierra. Ambos no solo profetizan a un Dios, sino que lo reconocen, lo adoran, lo sirven. Te invito a compararlos y descubrir cómo se entrelazan, anunciando a un Dios Eterno y Misericordioso que llegaría y llegó a cambiar y revolucionar todo.
Recomiendo, para el enriquecimiento de tu fe y de tu esperanza, que te prepares; déjate instruir por aquellos a los que Dios les dio a conocer su verdad, disponte con humildad a aprender de los maestros de la fe y nunca te canses de seguir aprendiendo sobre tu fe, la comprenderás y vivirás con mayor plenitud.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.
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