Recuerdo lo que un sacerdote me compartió en una ocasión, durante el tiempo de Adviento, sobre cómo su madre preparaba a sus hijos para la celebración de la Navidad.
Esta madre, aunque era una mujer analfabeta y sencilla, tenía una manera única de preparar a sus hijos para la Navidad. En vísperas del tiempo de Adviento, después de la oración familiar, recordaba a los niños, a su manera sencilla, el inicio del Adviento. Les decía que sólo podían hacer la cuna navideña con las cosas buenas que habían hecho. Por cada buena acción hecha, por cada deber desempeñado bien, a los niños se les permitía recoger una hoja de hierba o paja del campo. Y sólo con esta hierba se les permitía hacer la cuna para la Navidad. El sacerdote remarcó que, generalmente, al final de la temporada de Adviento tenían suficiente hierba y heno para hacer una cuna, además de un corazón lleno de amor por Jesús y por los demás.
Estamos una vez más en el alegre tiempo de Adviento para prepararnos espiritualmente para la Navidad. En esta reflexión, quisiera presentar a Juan el Bautista como un modelo para nosotros en nuestra preparación espiritual para la Navidad. Nos encontramos con Juan el Bautista en el Evangelio como un hombre del desierto. El desierto puede entenderse como un lugar o un tiempo de soledad y de oración. Sólo cuando uno se retira a la soledad y al silencio interior podemos escuchar la voz interior del corazón. Allí no estamos ocupados con el trabajo y no hay preocupaciones sobre el éxito y los fracasos de la vida. En el desierto uno se dacuenta de que mi «ser» es más importante que mi «tener».
En nuestra era de la información, estamos sobrecargados de excesiva información que a menudo es improductiva y confusa. Alrededor de nosotros hay demasiada distorsión, ruido, ocupación, activismo, materialismo y búsqueda de placer. La sociedad consumista en la que vivimos vigorosamente trata de decirnos que la felicidad radica en «tener» más que en «ser».
En este contexto es un gran reto para nosotros retirarnos al desierto y encontrarnos con Dios y otras realidades más profundas de la vida. La soledad, el silencio interior, la oración, etc … son difíciles de alcanzar a menos que hagamos esfuerzos conscientes para separar tiempo y lugar para ello. Al hacer nuestro viaje de Adviento, el decidir pasar algún tiempo diario en la soledad y la oración puede ser la mejor preparación espiritual para la Navidad.
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
0 comentarios