«¿Y cómo predicaban los apóstoles? Con toda llaneza, familiaridad y sencillez. Esa es también nuestra forma de predicar: con un discurso común, llanamente, con toda sencillez y familiaridad. Padres, para predicar como apóstol, esto es, para predicar bien y con utilidad, hay que hacerlo con sencillez, con un discurso familiar, de manera que todos puedan entender y sacar provecho. Así es como predicaban los discípulos y los apóstoles; así es como predicaba Jesucristo; es un gran favor el que Dios ha hecho a esta pobre y miserable Compañía, al concedernos la dicha de imitarle en esto» (XI, 165).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- El sr. Vicente insistía una y otra vez en la virtud de la sencillez. Parece que la pedagogía que aplica el sr. Vicente es la de insistir “a tiempo y destiempo” argumentando en cada circunstancia de forma diferente.
- En este caso emplea diversas razones que despliega, de menos a más importancia, a tenor del grado de la autoridad citada. “Así predicaban los apóstoles; así predicaba Jesucristo; es una dicha imitar, con ello, al mismo Dios”. En otras palabras: Dios nos hace un inmenso favor de permitirnos predicar como lo hacía el mismo Jesucristo y sus apóstoles y discípulos. Por tanto, si queremos que el mensaje llegue a sus destinatarios, debemos actuar de la misma forma.
- Y ¿cómo es esto?… Lo repite en tres ocasiones: llaneza, familiaridad y sencillez. Tres términos que suman variados matices a un discurso popular. Llaneza hace referencia a “claridad”, familiaridad a “proximidad” y sencillez a “sin adornos”. Cuando leemos la predicación en boga en aquel entonces…. comprendemos mejor el empeño del sr. Vicente en que sus misioneros rompan con dichas formas.
- Toda esta pedagogía tiene una finalidad: “que todos puedan entender y sacar provecho”. Quizá debiéremos remarcar, en esta ocasión, el “todos”, es decir, debemos predicar con sencillez porque es lo más adecuado en todo momento y ante cualquier público. Además, se subrayan dos cuestiones a lograr: “entender” y “sacar provecho”. Pienso que son dos caras de la misma moneda afectando la primera a la teoría y la segunda a la práctica. Se trata, por tanto, no sólo de que se comprendan las verdades explicadas sino que sirvan para la vida.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Cómo es nuestra predicación ordinaria?
- ¿Cuáles son los materiales que utilizamos normalmente en su preparación?
- ¿Sabemos compaginar «entendimiento» y «provecho»?
- ¿Podríamos evaluar nuestra predicación con estos tres indicadores (llaneza, familiaridad y sencillez)?
- ¿Cuáles serían nuestras áreas de mejora en esta competencia?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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