Como sacerdotes y hermanos de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl (Vicentinos), que tiene como misión “seguir a Cristo evangelizando a los pobres,” reconocemos que la integridad de la creación y el bienestar de los marginados están íntimamente relacionados.
¡El clamor de la Tierra y el clamor de los pobres se unen en un solo grito!
Los expertos científicos, ecológicos, legales y sociales de nuestro país que están verdaderamente preocupados por las graves consecuencias de la minería en nuestro frágil territorio, han presentado bien la multitud de razones por las que no debe existir ninguna mina metálica en nuestra región tropical. La respuesta continua de las autoridades y de los intereses económicos privados ha sido las ganancias que ingresarán al país. Queremos dejar claro que los factores económicos no pueden separarse de los aspectos ecológicos, sociales, culturales y espirituales de nuestra vida. La destrucción del país en una generación, que es sin duda la perspectiva a medida que las fuerzas mueven a Panamá hacia un país extractivista, no puede justificarse en modo alguno por ingresos económicos, sobre todo en un país con una distribución de la riqueza tan desigual como Panamá. Y las posibilidades de un desarrollo sano basado en sectores como el turismo comunitario y la producción agrícola quedan al margen cuando se impone la extracción de minerales. «… pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana» (Laudato Sí, 189).
Estos «megaproyectos de destrucción» se llevan a cabo a costa de los pobres, a quienes se ofrecen los servicios básicos que corresponden al gobierno, como educación, sanidad e infraestructuras, a cambio de sus tierras ancestrales, donde han luchado por llevar una vida digna durante generaciones. Por eso, es esencial «incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura» (Laudato Sí, 144).
Reconocemos la fragilidad de este milagro de la creación al vivir las amenazas continuas de nuestros territorios debido a las ambiciones neocoloniales de los poderosos, como la extracción metálica. «Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre» (Laudato Sí, 51). El agua, una gran bendición de Dios en nuestra región, se concesiona a megaempresas extranjeras y se contamina en toda la zona.
Los supuestos procesos de consulta para el contrato minero resultan un insulto a las poblaciones cuya visión de la vida integral no coincide con la visión consumista de la persona y la reducción de la creación de Dios a mercancía. Las voces proféticas que reclaman otro camino se ahogan en el ruido del «progreso» que se reduce a ganancias económicas para unas pocas.
En su reciente exhortación apostólica Laudate Deum, el papa Francisco anima a quienes parecen «radicalizados» en los movimientos ecologistas, reconociendo el vacío que llenan al reclamar proféticamente un mundo más justo (58). Y anteriormente ha dicho que «merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo» (Laudato Sí, 13). En este sentido, damos las gracias a todos los que pacíficamente pero firmemente toman medidas para detener la destrucción devastadora de la mina y las comunidades afectadas. Agradecemos también la valentía y orientación de nuestros obispos en este momento crítico para nuestro país, quienes han manifestado claramente que ¡Panamá no debe ser un país minero!
A menudo nos preguntamos ¿qué mundo queremos dejar a las generaciones futuras? La imposición de la extracción de minerales afirma que esta pregunta no tiene ningún valor en el panorama político actual. Consideramos que las actitudes y acciones del gobierno y de la empresa minera son graves pecados sociales contra Dios, su creación y nuestros hermanos y hermanas más humildes.
Por eso,
Exigimos al Ejecutivo, la Asamblea Nacional y los Ministerios de Gobierno…
- Derogar inmediato la ley 406 de 20 de octubre que aprueba el contrato minero.
- Cancelar las demás concesiones mineras y proclamar el país de Panamá territorio libre de la minería metálica.
- Cumplir los acuerdos internacionales y nacional sobre la consulta previa, libre e informada como el Acuerdo Escazú y la Ley núm. 37, de 2 de agosto de 2016.
Invitamos a todos los creyentes y personas de buena voluntad…
- Defender la integración de nuestra Casa Común en este bendito rincón del mundo donde el Creador nos ha colocado.
- Vivir en solidaridad con los marginados y oprimidos que más sufren la destrucción de la creación.
Reafirmamos nuestro compromiso como Vicentinos de…
- Acompañar a las comunidades marginadas y oprimidos del país desde los valores del Evangelio.
- Luchar en defensa de nuestra Casa Común frente de las amenazas a la vida integral.
“Ser cristiano y ver afligido al hermano sin llorar con él ni sentirse enfermo con él.
Eso es no tener caridad; eso es ser cristiano en pintura” (San Vicente de Paúl).
0 comentarios