“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”
Rom 4, 19-25; Lc 1; Lc 12, 13-21.
Dijo San Vicente de Paul: “Pidámosle todos a Dios este espíritu para toda la Compañía, que nos lleve a todas partes, de forma que cuando se vea a uno o dos misioneros se pueda decir: He aquí unos hombres apostólicos dispuestos a ir por los cuatro rincones del mundo a llevar la Palabra de Dios” (SVP XI, 190).
Hoy escuchamos en el Evangelio la parábola del “necio” que confía en las riquezas materiales.
Este mensaje, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros una gran conmoción por su claridad. Dice Jesús: “Miren y cuídense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes” (Lc 12, 15). Nuestra vida debe ser un don recibido y entregado siempre en el amor a Dios y a los hermanos.
“Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años”. Ah, ¿sí? ¿Qué son “muchos años”? Ante la eternidad son nada.
Además: “muchos años” pueden convertirse para mí en unos pocos días (semanas, meses). Sólo Dios tiene dominio total sobre el tiempo. Y, lo peor, ni el cielo ni Dios pueden ser comprados con “trigo”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca C.M.
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