Jesús es imagen del Dios al que nadie ha visto jamás.  Por lo tanto, no puede él sino reflejar a Dios, que es bondadoso, compasivo y leal.

No hay duda de que los cristianos queremos reflejar a Jesús.  Y, por supuesto, creemos que reflejar a Jesús quiere decir reflejar también al mismo Dios del que él es imagen.

Ni es de dudar de que no faltamos los cristianos que pactamos con los césares de hoy.  Con los que ocupan los primeros puestos de poder, lucro y honor.  Y al hacerlo, ponemos en riesgo nuestra fe cristiana, y lo que defendemos y valoramos.

Pues no rara vez, por envidia a los soberbios y malvados ricos, caemos y resbalan nuestros pasos.  Y, por estar cerca de los con poder, dinero y prestigio, dejamos que se nos suba el humo a la cabeza.  Así pues, antes de que nos demos cuenta, ya tratamos no de reflejar a Dios, sino de suplantarlo (Reflexiones 4).  Es decir, caemos víctimas del clericalismo.

Y el clericalismo nos lleva a luchar por el poder de modo feroz.  Pues hay que vencer a los demás que compiten con nosotros, reales ellos o imaginarios.  Es por eso que quizá sea una buena idea eliminarlos a ésos y a los que hablan en contra de nuestra forma de ser y actuar.  Hemos de tenderles unas trampas.  Plantearles unas dudas o dubia que sabemos resolver.   Pero se las planteamos para no dejarles a ellos más remedio que contestarnos o para ponerlos en apuros.

Pero, claro, siempre hay riesgo de que caigamos en la trampa que les tendemos a los demás.  Podemos acabar con delatarnos hipócritas.  Por lo tanto, no logramos reflejar a Jesús y ser imagen de Dios.  Más bien, no dejamos de reflejar al mundo y de ser imagen de la codicia que lleva a la muerte.

Reflejar a Jesús pobre

Pero, ¿es que no conocemos mejor que muchos?  Después de todo, deja claro Jesús que ser dichoso es ser pobre.  Que buscar el interés del prójimo, no el interés propio, es lo que lleva a la vida plena.  Por lo tanto, reflejar a Jesús quiere decir reflejar al que quiere ser pobre para enriquecernos.  Al que no viene para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.  Al que entrega su cuerpo y derrama su sangre.

Es por eso que Jesús es imagen de Dios que, sí, es pobre.  Pues para ganarse a nosotros, apuesta éste, arriesga, todo:  a los criados y, al fin, a su Hijo, el solo que le queda.  Y reflejar a Jesús pobre quiere decir también participar en ser él imagen de Dios.

Señor Jesús, haz que a ti te podamos reflejar, bien conscientes, al igual que san Vicente, de nuestra miseria y nuestra pobreza, y de tu amor incondicional.

22 Octubre 2023
29º Domingo de T.O. (A)
Is 45, 1. 4-6; 1 Tes 1, 1-5b; Mt 22, 15-21