“Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.”
Esd 6, 7-8; Sal 121; Lc 8, 19-21.
La liturgia de la Palabra nos invita a dejar que la Palabra de Dios se haga carne de nuestra carne y vida de nuestra vida.
El libro de Esdras nos narra cómo gracias al apoyo económico, político y social de los decretos de los reyes de Persia, Ciro, Darío y Artajerjes, los judíos pudieron avanzar con rapidez en la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Cuando, por fin, fue terminado, se celebró la Pascua conforme a la ley de Moisés con toda solemnidad y mucho gozo y esperanza, inaugurando una nueva etapa en la vida de la Historia de la Salvación. Por su parte, el Evangelio según san Lucas, nos habla de otra etapa en la Historia de la Salvación: Jesucristo inaugura una familia que supera los lazos de sangre y los vínculos raciales, pues ahora ser de su familia se obtiene solo si escuchamos la Palabra de su Abba Dios y hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para ponerla en práctica.
Señor, ¿qué tan dispuesto estoy para decirte como María: “Hágase en mí, según tu Palabra”, o como Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”? Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez B., C.M.
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