“Para mí, la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia“
Is 55, 6-9; Sal 144; Flp 1, 20-24; Mt 20, 1-16.
La liturgia de este domingo nos invita a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que todos se salven y lleguen al Encuentro Personal con Dios.
El profeta Isaías nos solicita reconocer que nuestros esquemas de vida son tan lejanos de los esquemas de Dios, quien al brindarse no pierde nada, sino que gana todo, mientras que nosotros queremos conservar y, a veces, arrebatar, creyendo que perdemos cuando damos. Por su parte, san Pablo dice a los filipenses que su vida ha sido reconfigurada a tal grado por el Evangelio de Jesucristo, que ya sea que viva o que muera, Cristo será glorificado en él. Llama fuertemente la atención el deseo de Pablo de morir para ya estar con Cristo, pero que la consideración de que su vida todavía es de beneficio para las comunidades y el anuncio del Evangelio, le hace desear seguir viviendo dignamente. Este deseo de trabajar por la “Viña del Señor”, es decir, por el “pueblo de Dios”, para que todos tengan el “denario de cada día”, es la misma exhortación que escuchamos del evangelista san Mateo.
Señor, ¿cuándo podré estar dispuesto a que des a los demás lo mismo que pido para mí? Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez B., C.M.
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