Imágenes de oración (1 Reyes 19; Mateo 14)

por | Ago 26, 2023 | Formación, Reflexiones, Thomas McKenna | 0 Comentarios

Las Escrituras están llenas de imágenes impactantes para nuestra vida de fe y, en particular, para nuestra vida de oración.

Uno de ellos se encuentra en el capítulo 19 del Libro de los Reyes, en la montaña con el profeta Elías, que huye de las amenazas de Jezabel y su marido, el rey Acab, que quieren castigarle. En ese ambiente peligroso y tenso, se dirige a Dios y reza. Sin embargo, Dios se comunica con él de una manera que tal vez no sospeche. La voz divina no llega a través del viento que golpea las rocas, ni del fuego abrasador, ni del terremoto que retumba, sino que llega en un pequeño susurro. Para detectar ese murmullo, Elías tiene que aquietarse, apartarse de todo el clamor y escuchar esa astilla indistinta de sonido. La fórmula: calmarse y acoger…

Esta es una imagen suave pero vívida para presentarse ante Dios. Solos, sentados en silencio, escuchando al Espíritu Santo de Dios, esperando pacífica y pacientemente a que llegue ese susurro silencioso.

En la vorágine acuática del capítulo 14 de Mateo surge un «paisaje-oración» en contraste. La tormenta del lago arrecia, y Jesús camina sobre las aguas. Un agitado San Pedro pregunta si puede dejar su barca y acompañar al Señor sobre aquellas olas. Jesús accede, pero a los pocos pasos Pedro entra en pánico, rígido por el miedo a ser absorbido por el espumoso oleaje. Intensamente asustado, el Apóstol grita: «¡Señor, sálvame!». En un instante, Jesús extiende la mano y agarra al hombre que se ahoga.

Esta segunda oración-visual contrasta con la primera: alguien gritando sin aliento que se le salve. ¿No es esto reconocible también en nuestras vidas con Dios, en alguna circunstancia en la que todo parece perdido y, desesperados, buscamos esa mano que nos sostiene? Entonces, en lo que puede parecer una eternidad, sentimos que nos agarra y nos devuelve a la barca. Esta es la oración en la coacción, algo que casi todos podemos recordar, suplicando que ese brazo fuerte se incline y se aferre a nuestro ser tembloroso.

La idea es evocar escenas como éstas al orar en diversas situaciones. Utiliza éstas y muchas otras escenas bíblicas como retratos, como imágenes útiles para presentarte ante Dios en los altibajos de la vida. Las imágenes llegan más adentro que las palabras, resuenan con más fuerza en nuestros corazones y almas.

Las escenas de las Escrituras pueden llevarnos a muchos lugares de oración, allá arriba en el silencio de la montaña, allá abajo en las tormentas del lago… y en tantos otros lugares de la vida que nos llevan ante el Señor, que siempre nos tiende la mano.

Vicente de Paúl hace continuas referencias a las Escrituras. En particular, en sus Reglas Comunes hace referencia a los Evangelios.

«Habiendo venido Nuestro Señor Jesucristo al mundo, como dice la Sagrada Escritura, para salvar a todo el género humano, empezó a practicar y a enseñar. Cumplió lo primero dedicándose a la práctica de todas las virtudes, y lo segundo, evangelizando a los pobres y enseñando a sus apóstoles y discípulos la ciencia necesaria para dirigir a los pueblos»  (Reglas Comunes de la Congregación de la Misión, 17 de mayo de 1660, SVP ES X, p. 463).

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