“El Reino de Dios vale la pena”
Ex 34, 29-35; Sal 98; Mt 13, 44-46.
Dentro del discurso parabólico de Jesús leemos hoy las parábolas gemelas del tesoro y de la perla, exclusivas de Mateo. En ambas se utiliza, como punto de partida, un motivo frecuente en los cuentos orientales sobre hallazgos de tesoros en un tiempo en que, a falta de bancos y cajas fuertes, el dinero y las joyas se escondían bajo tierra. Pero Jesús no gratifica la fantasía describiendo lo conseguido posteriormente con el tesoro y la perla.
Las dos parábolas están en función de una enseñanza común: La actitud ante el descubrimiento del reino de Dios, significado en el tesoro escondido y hallado inesperadamente y en la perla fina buscada afanosamente. En ambos casos tanto el agricultor como el mercader vende todo lo que tienen para comprar el tesoro y la perla.
A Jesús no le interesa hacer un juicio sobre la evidente avaricia de ambos, aunque traten de seguir la vía legal; Él acentúa más bien la enorme alegría que el hallazgo les produce y que los impulsa a deshacerse de todo con tal de conseguir el campo del tesoro y la perla de gran valor.
Nuestro tesoro es el reinado de Dios en nuestras personas, familias y mundo. ¿Acogemos y trabajamos porque Dios reine?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Eugenio Lozano Cervantes, laico de la Familia Vicentina de Guadalajara.
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