En la Biblia, el primer libro de los reyes, en sus capítulos tres y cuatro, nos habla sobre el rey Salomón y la grandeza de su gobierno. Tenía una estructura administrativa fuerte. El ejército era también muy fuerte y era soberano sobre todo el resto de reinos vecinos. Durante su gobierno no leemos sobre ninguna guerra y derramamiento de sangre. Su mayor logro fue la construcción del magnífico templo de Jerusalén. La razón de todo su éxito y grandeza se atribuye a su sabiduría. Cuando él comenzó su gobierno hizo esta oración hermosa a Dios pidiendo sabiduría:
Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un muchacho joven […].Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. (I Reyes 3, 7-9).
En la tradición cristiana, la sabiduría se entiende como la virtud de la prudencia. La virtud de la prudencia nos ayuda no sólo a distinguir lo que es bueno de lo malo, sino que también nos ayuda a saber qué es realmente «bueno» y a reconocer su valor. Dispone la razón para discernir nuestro verdadero bien en cada circunstancia. Como el mercader del Evangelio «que al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y lo compró» (Mt 13, 46), nos ayuda a distinguir lo esencial de lo que no es esencial.
Para San Tomás de Aquino la prudencia es «regla recta de la acción«. Según San Ignacio de Loyola, «la prudencia tiene dos ojos, uno que prevé lo que uno tiene que hacer, el otro que examina después lo que ha hecho». Es la prudencia la que nos ayuda a fijar los objetivos correctos y a escoger los mejores medios de alcanzarlos.
Según San Vicente, ser sabio y prudente es decidir y actuar como la «Sabiduría de Dios» decidió y actuó cuando estuvo en la tierra como Hombre. En otras palabras, en Jesús tenemos la plenitud de la sabiduría. Él es nuestro camino perfecto, la verdad y la vida. Como Vincencianos, dos preguntas que nos ayudarán a ser prudentes en nuestra decisión y acción, son siempre preguntarnos: ¿qué le gustaría a Jesús que hiciera? ¿Y qué es lo que los pobres quieren que yo haga?
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
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