Espero que la mayoría de vosotros hayáis visto o oído hablar de la película ganadora del Oscar de 1948, «Monsieur Vincent», dirigida por Maurice Cloche. Es una excelente e inspiradora película, del tipo de películas que uno desea ver una y otra vez. Y no es de extrañar: está entre las primeras de la lista de mejores películas del Vaticano.
Hacia el final de la película hay una escena que muestra a Vicente, ya anciano y físicamente débil; pero la cara y los ojos brillaban con un poder interior invisible. Estaba sentado y hablando con la reina de Francia, que también era muy anciana. La Reina le dice a Vicente: «estás haciendo demasiado». Pero Vicente le responde: «estoy haciendo demasiado poco». La reina le replica: «muy pocos tendrán tanto trabajo que mostrar en el día del juicio». Vicente le responde: «no he logrado nada» y enumera algunos de sus fracasos como: «dormí demasiado, ya era muy tarde cuando me di cuenta de que uno podía vivir durmiendo cuatro horas al día, yo fui cobarde a menudo, cedía, cerré los ojos para que no ver la miseria, etc.».
Entonces la reina, que sabía la tremenda cantidad de obras que Vicente llevó a cabo en su corta vida, le pregunta por sorpresa: «¿Qué se supone que uno debe hacer en la vida para lograr algo?»
El rostro de Vicente brilló y respondió con una corta sentencia: «hacer más».
Vincent nunca estaba satisfecho con lo mínimo. Estaba totalmente en contra de la mediocracia. ¿Qué motivó a San Vicente a tener esta actitud de «hacer más y más?» La respuesta la podemos obtener de los siguientes dos versículos bíblicos que Vicente tomó como lema de la Congregación de Misión e Hijas de la Caridad.
«El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». (Lc 4, 18-19).
«El amor de Cristo nos urge» (2 Cor 5, 14)
San Vicente estaba plenamente convencido de su llamado y envío misionero. Vicente de Paúl vuelve a este tema una y otra vez. En su conferencia sobre «el Fin de la Congregación» (del 6 de diciembre de 1658), declara: «… dar a conocer a Dios a los pobres, anunciarles a Jesucristo, decirles que está cerca el reino de los cielos y que ese reino es para los pobres. ¡Qué grande es esto! ¡Oh, cuán grande es … predicar el evangelio a los pobres es, por encima de todo, el oficio del Hijo de Dios« [SVP ES XI, 387].
Cuando leemos las palabras de San Vicente en sus cartas y conferencias, nos damos cuenta de su convicción personal y experiencia del amor de Dios revelado en Jesús. Quería compartir este Amor de Dios, que había experimentado personalmente, a tantas personas como fuera posible. Es esta convicción de su llamado a continuar la misión de Jesús, a presenciar el amor de Dios mediante la predicación y las obras de misericordia, lo que motivó a Vicente, incluso en su vejez, a hacer más y más por la salvación de los pobres.
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
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