“Si quieres, puedes limpiarme”
Gn 17, 1. 9-10. 15-22; Sal 127; Mt 8, 1-4.
Da gusto ver una imagen de Jesús rodeado de mucha gente, buscándolo para ser curados de sus enfermedades. ¡Qué bueno sería que en nuestro tiempo fuera de esta manera!
Vemos a este leproso en una terrible situación y el proceso de fe que va viviendo al acercarse a Jesús. Primero, siendo consciente de su enfermedad se acerca a quien sabe que hará algo por él, y de rodillas, en gesto de humildad y respeto ante la persona que tiene enfrente, le suplica: “Señor, si quieres puedes curarme”. “Jesús, extendiendo la mano, lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio!”. El Señor no sólo lo tocó físicamente, sino que tocó su dolor, su necesidad y compadeciéndose de él, lo sana.
Así es, cuando uno toca y siente, entonces uno actúa. El Señor mira la fe de este hombre, nunca realiza ningún milagro donde primero no está la confianza; la fe es el ingrediente principal para la acción de Jesús. Hoy podrías preguntarte: ¿Cómo está mi fe?, ¿cuáles son las “lepras” de las que Jesús puede curarme?
Demos gracias a Dios que nos ha concedido terminar este mes con muchas bendiciones.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. César Cruz Gálvez C.M., formador en el Seminario Vicentino de Lagos de Moreno, Jal., México.
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