“Sácate primero la viga del ojo”
Gn 12, 1-9; Sal 32; Mt 7, 1-5.
El evangelio de este domingo nos hace una fuerte invitación a revisar nuestra propia vida, nuestra conducta delante de Dios, antes que mirar las fallas de los otros.
La hipocresía es una enfermedad que intoxica la vida de una familia entera o de cualquier grupo humano, y nuestra Iglesia no está exenta de esto. Necesitamos la prudencia al encontrarnos con cosas que nos desagradan de la conducta de los otros; ya el Señor lo advierte: No juzguen y no serán juzgados. No le quitemos el trabajo a Dios, que es el único justo juez.
Somos seres perfectibles, siempre hay algo que mejorar de nuestras personas. San Vicente decía: “Nosotros hemos de caminar siempre de virtud en virtud y trabajar cada vez mejor en nuestra perfección, sin decir nunca basta”.
Somos muy propensos a ver los defectos y errores de los demás, antes de reparar en los nuestros; todos tienen la culpa de lo que ocurre, menos nosotros. O, de otro modo, si todos fueran como nosotros, ¡que distinto sería el mundo! Muy ligeros para juzgar, reprochar y criticar, a veces dura y ofensivamente. Antes de hablar debíamos mordernos la lengua.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. César Cruz Gálvez C.M., formador en el Seminario Vicentino de Lagos de Moreno, Jal., México.
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