La calle está poblada por locos,
y los del psiquiátrico no son.
No es por trastorno de paranoia,
no es demencia ni esquizofrenia,
van con la mirada perdida,
anclado el oído al teléfono móvil,
es por la prisa de sus pasos,
es por la confusión de voces,
el frenetismo de los automotores,
el ruido de sirena y de altavoces.
La calle está poblada por locos:
y no son los niños que extienden la mano,
ni los indigentes en las esquinas y andenes,
los que hacen malabares en los semáforos,
las chicas esclavas que esperan un cliente;
somos los transeúntes indiferentes,
que nos da lo mismo, risa que llanto,
funeral, boda, circo o nacimiento,
que no vemos hacia donde vamos,
menos la mirada o saludo del anciano.
La calle está poblada por locos,
la inercia de la rutina diaria,
ofertas que nos hacen dependientes,
vitrinas que engañan como serpientes,
y ocultamos la mirada a los pequeños,
el rostro hambriento de los sin techo,
la palabra tosca del carretero,
el alcohólico que mendiga una botella,
el drogadicto un poco de pega o cigarrillo,
para saciar la sed y hambre de afecto.
La calle está poblada por locos:
nos captura la inconsciencia,
confiamos en la tecnología,
nos modela la ciencia,
creemos en la demagogia,
alienados por la mentira,
divagamos entre sombras,
títeres de los magnates,
los que se llevan la riqueza
dejando nuestros pueblos pobres.
Sor Floridalia Noguera. H.C.,
Guatemala.
Que razón tiene Sor Floridalma, estamos perdiendo la comunicación entre nosotros, nos está enviciando la tecnología.
Debemos hacer un alto y dejar ese vicio que nos hace indiferentes ante la vida y eso se siente desde la familia.