En la Biblia, el libro del Éxodo concluye la narración del viaje de los israelitas hacia la tierra prometida diciendo: «En todas las marchas, cuando la Nube se elevaba de encima de la Morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la Nube no se elevaba, ellos no levantaban el campamento, en espera del día en que se elevara. Porque durante el día la Nube de Yahveh estaba sobre la Morada y durante la noche había fuego a la vista de toda la casa de Israel. Así sucedía en todas sus marchas» (Ex 40,36-38). El Libro de los Números lo expone con más claridad: «A la orden de Yahveh partían los israelitas y a la orden de Yahveh acampaban» (Números 9:18). Estos pasajes nos ayudan a reflexionar sobre nuestra vida como un viaje guiado por la providencia divina.
La Iglesia nos enseña que la providencia divina es «la manera misteriosa en la que Dios guía todo hacia su perfección». El universo, incluyendo a cada uno de nosotros, se crea «en un estado de viaje» hacia una perfección definitiva, que aún no se ha alcanzado, a lka que Dios nos ha destinado. Dios es el maestro soberano de su plan. Para llevarlo a cabo también hace uso de la cooperación de sus criaturas. Dios influye tanto en los grandes acontecimientos de la historia como en los pequeños acontecimientos de nuestra vida personal, sin reducir nuestra libertad.
Una característica muy distintiva de la vida y obra de san Vicente es que siempre esperaba a que la providencia de Dios lo guiase. Todas sus obras apostólicas y caritativas no se realizaron a partir de ideas preconcebidas y planes previamente diseñados, sino que son el resultado de una perfecta docilidad a la providencia divina que él sencillamente siguió paso a paso.
Al igual que los israelitas esperaban el signo de Dios, Vicente siempre estuvo muy atento a la voz de Dios, revelada a través de personas y acontecimientos cotidianos de la vida. Seguir las huellas de san Vicente significa también aprender a seguir los pasos de la providencia divina en nuestro viaje por la vida.
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
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