¿Alguna vez has sabido que algo iba a ocurrir pero no estabas preparado?

por | May 27, 2023 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

Quizás sepamos que uno de nuestros padres va a fallecer pronto, pero, ¿alguna vez estamos realmente preparados?

Por supuesto, la situación es más complicada si no la vimos venir: un accidente, una pandemia, la violencia…

Veamos hasta qué punto estaban preparados los seguidores de Cristo para afrontar su partida y ascensión al cielo.

Los presentes en la ascensión al cielo

No sabemos mucho sobre quiénes estuvieron presentes en la ascensión de Jesús. Él regresó para estar con el Dios que lo envió en su misión.

Pero, ¡recuerda! Acababan de pasar un fin de semana infernal que destruyó sus esperanzas de liberación de la opresión. Habían aclamado a su «rey» sólo para verlo brutalmente asesinado ante sus ojos.

Ahora su resurrección… nunca vieron venir su resurrección a pesar de lo que dijo Jesús.

«Vive»… ¡se regocijaron! Pero ahora «se iba». «¿Qué está pasando?»

Es cierto que Jesús se lo había dicho de antemano, pero ellos seguían sin entender adónde iba, ¡y mucho menos el camino! No veían la conexión entre sus palabras y sus acciones en la última cena.

Sabían que su misión era llevar la Buena Nueva a todos, especialmente a los marginados. Pero, a un nivel profundo, asumieron que la liberación significaba liberarse de las formas de opresión que habían experimentado durante tantos siglos.

No se daban cuenta de que les estaba pasando el testigo de la misión que había recibido de Dios Padre. Jesús les confiaba vivir como él vivió y amar como él amó… para continuar su misión.

Pasar el testigo

Inmersos en la celebración de la cena pascual, no entendieron lo que Jesús hizo y dijo después de la cena.

Después de la cena, se arrodilló para lavarles los pies… ¡algo que sólo hacían los siervos!

Así que Jesús les preguntó con insistencia… «¿Comprendéis lo que he hecho?».

Si yo, vuestro Señor y maestro, os he lavado los pies como signo del amor de Dios, continuad mi misión lavándoos los pies unos a otros como signos del amor de Dios.

En efecto, esto resumía poderosamente toda su enseñanza y las cosas maravillosas que había hecho. Al día siguiente pronunciaría su último aliento para decir «perdónalos»… Dios nos ama, hayamos hecho lo que hayamos hecho.

Él estaba entregando el testigo

Dejó claro que debían continuar su misión.

«¡Vean a estos cristianos… cómo aman!» Por esto todos sabrán que sois mis seguidores. Habían recogido su misión.

Que el Amor encienda mi llama mortal…

Es bastante simple de entender… una vez que pensamos en ello. ¡Pero se necesita toda una vida para vivirlo!

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra los esfuerzos de los primeros seguidores por aceptar el reto y recoger el testigo de imitar a Cristo en su misión.

En la tarjetita de recuerdo de mi ordenación, tomé prestadas unas palabras de san Vicente:

«Si el amor de Dios es fuego, el celo es su llama…. Que el amor encienda mi cuerpo mortal hasta que otros prendan la llama viva».

He de admitir que cuando acepté por primera vez la llamada de Dios a recoger el testigo de Jesús, mi comprensión era limitada.

¡No me daba cuenta de lo que implicaba aceptar este relevo!

No me daba cuenta de que el compromiso de seguir a Jesús que estaba asumiendo es un compromiso que todos estamos llamados a asumir. Solteros, esposos y esposas, sacerdocio o vida consagrada… cada uno de nosotros está llamado a abrirse a la llama de Pentecostés del amor de Dios.

«Aviva el fuego de Dios, que está en ti» (2 Tim 1,6)

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk

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