Ya sabes a qué me refiero… Un lugar que te ayuda a sentir confort, identidad, inspiración… ¡lo que necesites en ese momento! Un lugar donde te nutres y creces.
Exploremos por qué esos lugares son importantes en la vida de cada uno de nosotros.
Nuestra necesidad de lugares especiales
Seamos quienes seamos, ¡tenemos necesidades!
Imágenes de nuestras necesidades
Crecí en una época en la que se hablaba de la jerarquía de necesidades de Maslow. Utilizábamos la imagen estática de una pirámide. La base ancha era la seguridad…., sin la cual no podíamos sobrevivir. A partir de ahí, ascendíamos por la pirámide de las necesidades humanas de amor, pertenencia y, por último, autoestima y realización.
La cúspide de la pirámide era la autorrealización, llegar a ser uno mismo, el mejor yo posible.
Una versión actualizada de Maslow cambia la pirámide por un velero.
La seguridad, la conexión y el yo forman el casco. Luego izamos nuestra vela, que consiste en exploración, amor y propósito.
La vela es lo que nos permite crecer y nos impulsa a convertirnos en la mejor persona que podemos ser.
(Puede ser útil dedicar tiempo a la imagen relacionada con este post).
A medida que navegamos por los mares de nuestra vida, nos encontramos en muchos tipos diferentes de aguas. Necesitamos reconocer y honrar esas necesidades. Buscamos lugares y espacios donde podamos alimentar esas necesidades.
A veces necesitamos un lugar privado especial donde resolver las cosas. Otras veces necesitamos sacar fuerzas de relaciones especiales.
La necesidad de Jesús de lugares especiales
Creemos que Jesús era plenamente humano, además de la Palabra de Dios.
Al pensar en ello, queda claro que incluso Jesús necesitaba encontrar sus espacios especiales.
«Se retiraba a un lugar tranquilo».
A veces, era un desierto. Otras veces, un jardín. Imagino que otras veces era la soledad de viajar de un lugar a otro, como cruzar literalmente un mar sin sus discípulos.
Fuera donde fuera, podía sacar fuerzas de la relación especial con el Dios, cuya Palabra él era.
También podía ser, paradójicamente, cuando se encontraba con otros… celebrando con otros, partiendo el pan con ellos, lavándoles los pies… siendo la Palabra de Dios, revelando cómo era el amor de Dios en palabra y obra.
Las necesidades de los seguidores de san Vicente De Paúl
San Vicente lo dejó muy claro, aunque no siempre haya sido practicado por sus seguidores. Necesitamos ser personas contemplativas en nuestra vida «privada».
Pero todos necesitamos ser apóstoles activos en el exterior, nosotros que difundimos la buena nueva con el «sudor de nuestra frente y el esfuerzo de nuestras manos.»
¿No es esto lo que hizo Jesús?
Pienso en la beata Rosalía Rendu. Hablando en el contexto de uno de los peores barrios bajos del París de hace 200 años, ella dijo «Nunca he rezado tan bien como en las calles entre los pobres».
Ella veía y servía a Cristo herido en cada una de las personas de los tugurios del mísero barrio Mouftard de París. Rezaba cuando trabajaba y alimentaba su trabajo con la oración.
Hoy, los vicencianos son más de cuatro millones de personas que sirven a los marginados y olvidados en más de 160 ramas en más de 160 países. Hoy en día, nos consideramos la «Familia Vicenciana»: Congregación de la Misión, Hijas de la Caridad, Sociedad de San Vicente De Paúl… etc. La «regla» de cada organización nos insta a encontrar a Dios en todos los lugares de nuestra vida, públicos y privados.
Nuestras necesidades hoy
- ¿Qué necesidades reclaman hoy mi atención especial… seguridad, conexión, autoestima, exploración, amor, servicio, propósito?
- ¿Cómo puedo equilibrar eso con las otras necesidades que tengo?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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