El Carisma Vicenciano es una de las principales características de la forma de actuar de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Remite a la atención a los pobres, la mirada atenta a los más frágiles y el cuidado humanizado. Este carisma se transmite a toda la red de profesionales y voluntarios que trabajan en las instituciones y proyectos coordinados por las hermanas, como el Centro de Atención a Refugiados, situado en Botafogo, en Río de Janeiro (Brasil).
La mirada atenta, cuidadosa y humanizada de la abogada Marcia Charneski, voluntaria de la institución, cambió la vida de la congoleña Patricia Ibansum Kiza, que durante ocho años estuvo esperando, casi sin esperanza, la regularización de sus documentos.
Patricia llegó a Brasil con 12 años, huyendo en barco de la guerra civil en la República Democrática del Congo. Vino con un primo: habían perdido a sus padres en el conflicto.
En mayo de 2022, tras escuchar atentamente el caso de Patrícia, la abogada tuvo acceso al expediente, que llevaba años paralizado en los tribunales. Marcia observó que el CONARE, órgano vinculado al Ministerio de Justicia que delibera sobre las solicitudes de refugio, pedía pruebas del parentesco de Patrícia con su primo, que sería el adulto responsable de ella.
Resulta que Patrícia perdió el contacto con él y el chico ya ni siquiera vive en Brasil. Marcia entendió que debía separar el caso de Patrícia del de su primo, detalle que marcó la diferencia para avanzar con el caso. CONARE entendió la cuestión y desmembró el proceso. Una vez hecho esto, en dos meses Patrícia fue convocada para una entrevista de elegibilidad. En diciembre de 2022 recibió la noticia de que le habían concedido el estatuto de refugiada.
«El día que le dimos la noticia, Patricia gritaba de felicidad. Siempre entendí cuánto afectaba a su alegría y autoestima el retraso de este proceso. La alegría de ver este caso resuelto es enorme», dice Márcia Charneski.
Una semana antes de cumplir 21 años, Patrícia consiguió su Registro Nacional Migratorio, el RNM, un documento obligatorio para todo inmigrante.
«Es como si estuviera viviendo un sueño. Ahora me siento como una persona normal. Me siento como en casa, tengo la residencia brasileña. Estoy más feliz, más alegre y más orgullosa de mí misma. Un documento marca la diferencia en la vida de un extranjero. Es como una llave para abrir muchas cosas buenas, como el acceso a la educación, por ejemplo», dice Patrícia.
Ahora quiere edicarse a su carrera profesional. Con su RNM, podrá presentarse a oposiciones e incluso optar a cargos políticos. Pero ella está centrada en otra cosa. Está estudiando diseño gráfico en el Senac y sueña con tener su propia marca. «Quiero terminar el curso y convertirme en empresaria. También sueño con formar una familia aquí en Brasil», dice.
«La doctora Marcia y las trabajadoras sociales del Centro de Refugiados, Samara y Suellen, siempre me motivaron y me hicieron creer que todo saldría bien, que lo lograría. Pensé: Dios mío, ¡por qué no conocería a estas mujeres antes!», comenta.
Fuente: https://filhasdacaridaderj.org.br/
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