El Papa Francisco inicia su primera encíclica con las palabras «Laudato Si, mi Sinore» (Alabado seas, mi Señor), frase tomada del Cántico de San Francisco Asís, en el que compara el mundo a un hogar común, donde la Madre Tierra nos sostiene y nos gobierna con diversos frutos, flores de colores y hierbas.

Mientras leía la encíclica, que trata de las cuestiones de la ecología, recordé algunos pensamientos filosóficos indios sobre la unidad del hombre y la naturaleza. El sentido profundo de la unidad que el hombre tenía con la naturaleza y con los demás, se refleja en los himnos y mitos védicos de la antigua India. Muchos himnos védicos describen la tierra como una madre, los arroyos como venas vivificantes, el cielo como un padre, el aire como una respiración vivificante, y el sol como fuente de energía vital. Era la «Tierra», y no el «Cielo», lo que se consideraba como dadora y fuente de vida. Incluso cuando la naturaleza se utilizaba como alimento o para otros fines, la trataban con respeto.

En nuestro tiempo actual, con el progreso científico y tecnológico, ha tenido lugar una transición violenta de la naturaleza como madre a la naturaleza como materia. Esto es lo que el Papa Juan Pablo II afirmó sobre esta situación: los seres humanos no ven otros significados de su ambiente natural, sino sólo los que sirven a los fines de un inmediato uso y consumo.

El Papa Francisco, en la primera parte de su encíclica, elabora las consecuencias de esta transición en nuestro acercamiento a la naturaleza: «[La madre naturaleza] clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella […]. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes» (Laudato Si, nº 2).

Son los pobres quienes se enfrentan al peor impacto de la crisis ecológica. Porque dependen en gran medida de la agricultura, la pesca y la silvicultura. En este contexto, como vicencianos, es bueno preguntarnos: ¿qué nos diría San Vicente? Seguramente nos recordaría nuestra responsabilidad de ser sabios administradores del patrimonio de los pobres, siendo sabios administradores de la madre tierra.

Sobre el autor:

El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.